Opinión

Burundanga nacional

Por: Ántero Flores-Aráoz Esparza

Se suman a la conflictividad que existe en el país, la falta de seguridad, el incremento de la delincuencia, el ascenso de la informalidad, el aumento de la minería ilegal y muchísimos otros males, las disputas entre las altas autoridades del Estado.

Como cualquier ciudadano que debe cumplir con los preceptos constitucionales y legales, las altas autoridades del Perú, por el solo hecho de serlo, tienen que dar ejemplo de ello, pues además tienen la obligación de hacer cumplir las normas, sentencias judiciales, resoluciones administrativas y demás instrumentos legales.

Para inhibirse de cumplir con la normatividad legal, las órdenes gubernamentales, las determinaciones jurisdiccionales y todas las demás decisiones de los poderes del Estado y de los entes autónomos, muchas veces las autoridades se refugian en su propio alegato de que tales disposiciones son inconstitucionales. La verdad es que pretenden ampararse en ese argumento con absoluta voluntad de “olvido” de que existe la presunción de constitucionalidad de las normas, y que mientras el Poder Judicial no aplique el “control difuso” de constitucionalidad en el caso concreto, o el Tribunal Constitucional el “control concentrado” —que no solo comprende el caso particular, sino la generalidad de los supuestos—, nadie tiene por qué ser renuente a la norma, escudándose en una supuesta inconstitucionalidad.

Las autoridades deben dar el ejemplo de cumplimiento a los ciudadanos y a toda la población; no pueden pretender que solo ellos estén exentos de respetar los preceptos. Todos debemos cumplirlos, sin excepción alguna. Peor aún que todo lo expuesto son los dimes y diretes entre nuestras altas autoridades. Esa actitud genera desconfianza en ellas y en sus decisiones; se les va perdiendo el respeto, hasta llegar al absoluto incumplimiento, vulnerando el Estado constitucional, social y democrático de derecho al que, se supone, todos aspiramos.

La lucha sin cuartel entre los diversos estamentos del Estado no solo daña la confianza de los ciudadanos en sus autoridades, sino que genera un clima de incertidumbre. Y lo que es peor: quienes observan desde el exterior estos conflictos, con acusaciones van y acusaciones vienen, se abstendrán de invertir en nuestra patria por falta de confianza en el país. Eso es muy perjudicial, pues las inversiones generan empleo, y como hemos repetido infinidad de veces, el empleo genera el bienestar al que todos aspiramos.

Somos un país privilegiado en recursos naturales, en la laboriosidad de su gente y en su ansia de progreso. No malogremos esa situación espectacular que podría llevarnos del subdesarrollo a convertirnos en un país desarrollado, como algunos otros que hace pocas décadas estaban detrás nuestro y hoy son potencias mundiales.

Quitándole un poco de dramatismo al tema, esto nos recuerda la añeja canción “Burundanga” de Carlos Cruz, interpretada por Celia Cruz con la gran orquesta La Sonora Matancera. En ella se decía: “Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Fuchilanga y le echó a Burundanga.” ¡Por favor: no más burundangas en nuestro querido Perú!

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

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