Opinión

Familia de Sofía Mamani invierte S/95.000 para su preparación

Por: Tito Ponte Silvera

Ni bien se colgó la medalla dorada en los Juegos Panamericanos Junior en Cali, en los 10 mil metros, Sofía Mamani Arizapana derramó lágrimas de emoción, y de inmediato se comunicó a través del teléfono con su padre, Miguel Mamani, quien además es su entrenador, y con su madre, Wilma Arizapana, “la olímpica de las alturas”. Les agradeció a ambos, pero sobre todo a su papá quien la ha guiado en su desarrollo como deportista para pulir ese talento que posee, que es un privilegio, pero que, aunado a los conocimientos que su técnico le transmite, han sido vitales para su progreso y para conseguir lauros como representante peruana.

Cabe hacer la pregunta: ¿Por qué la Federación Peruana de Atletismo no le paga como entrenador a Miguel Mamani Quispe? Quizás porque no apoyó a la actual gestión del presidente Javier Chirinos en las elecciones. Sí no es así, cuál es la razón para que el técnico puneño, importante en la obtención de la medalla dorada de Sofía en Cali, así como la conseguida en el sudamericano sub 20, la de plata en el sudamericano sub 23 y el récord nacional en 5000 metros (16m.30s.30c), no perciba una retribución económica, sobre todo cuando es necesario para el trabajo logístico y estratégico previo a las competencias.

Investigando, supimos que hay un grupo de entrenadores que son “ninguneados” por la FPA, incluido Miguel Mamani, quien nos confirmó que únicamente recibió un pago durante todo el 2021, por un monto de S/ 3.000 que fueron depositados en su cuenta. Esa cifra irrisoria no cubre los gastos de traslado del entrenador durante todo un año; ni mucho menos cubre los materiales que un profesional utiliza para su plan de trabajo. La propia familia Mamani Arizapana ha invertido durante doce meses en el entrenamiento de Sofía, aproximadamente, S/ 95.000, que cubren vitaminas, zapatillas, indumentaria y traslado diario, un esfuerzo que saben que vale la pena porque son fundamentales para cumplir los sueños de su hija, de convertirse en olímpica y emular a su madre y, sobre todo, de llevar a Perú a lo más alto. Pero, eso no significa que la federación continúe de mal en peor, siendo una entidad excluyente, y sin ejecutar la subvención que se le debe otorgar por justicia y eficacia. Mucho menos, dejando toda la carga a los atletas y sus representantes. No todas las familias tienen las mismas posibilidades. Así como “Sofi”, cuántos atletas no se perderán en el camino por la culpa de una pésima gestión.

Esperemos que el Comité Olímpico Peruano se pueda pronunciar al respecto, y abogar por los atletas, aun cuando sabemos que en la actualidad hay una crisis financiera atroz. De Gustavo San Martín, presidente del IPD, se espera poco o nada, porque su inacción y su trabajo virtual sigue dando muestras de retroceso. Aguardamos a que la Federación Peruana de Atletismo empiece su cambio, pero uno equitativo, en pro de la disciplina y no de sus intereses personales.

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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