Opinión

Argentina se acerca a la hora decisiva

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Este domingo, cinco candidatos se enfrentarán para definir quién será el próximo presidente de Argentina. Según las últimas encuestas, el favorito es Javier Milei y el único rival que podría hacerle la competencia es Sergio Massa, actual ministro de Economía del gobierno de Alberto Fernández. Es decir, nuevamente la derecha y la izquierda medirán fuerzas.

Argentina es uno de los países más grandes del mundo en territorio y, por su suelo fértil, es también un histórico productor de alimentos, pero en los últimos 20 años ha estado alternando períodos de crecimiento con fuertes crisis que afectaron su economía.

La última dictadura de Argentina fue la de Reynaldo Bignone, quien en julio de 1983 convocó a elecciones, lo mismo que había hecho Francisco Morales Bermúdez en Perú, en 1980. En diciembre del mismo año asumió Raúl Alfonsín, al que muchos consideran el “padre de la democracia argentina”. El país tuvo cierta estabilidad hasta el 2001 — año en el que Alfonso Rodríguez Saá gobernó solo siete días—, cuando estalló la crisis económica y política más importante de Argentina. La situación tocó fondo en 2003, tras lo cual se inició una etapa de recuperación hasta que en 2012 pareció detenerse. A partir de ese año, la economía argentina comenzó a alternar años de crecimiento con caídas. Sin embargo, el nuevo desplome vino con la pandemia.

Desde Néstor Kirchner, quien gobernó desde 2003 hasta 2007, hasta ahora, todos los presidentes de Argentina han sido izquierdistas y peronistas, a excepción de Mauricio Macri (2015 – 2019). Las elecciones de este domingo, por lo tanto, revisten singular relevancia porque la derecha tiene la gran posibilidad de volver al poder.

Javier Milei, quien encabeza las encuestas, tiene el reto de demostrar que su mensaje, caracterizado por elevar el liberalismo al nivel ultra, no es solo un arrebato personal o una postura de coyuntura, movida por algún encono irracional contra la izquierda, sino producto de una propuesta seria y con el fundamento teórico y programático necesario como para garantizar su consistencia.

Y, por otra parte, es quizá la última oportunidad para que la izquierda peronista se reivindique, pues la mediocridad y la corrupción, como en procesos políticos de otros países de la región, entre ellos el Perú, se han convertido en un lastre que desnuda todas las deficiencias de los proyectos progresistas.

El pueblo argentino, entonces, está ad-portas de tomar una crucial decisión que puede hacer renacer la esperanza de ver a su país, nuevamente, convertido en potencia mundial, como a finales del siglo XIX, cuando fue el país más rico del planeta. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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