Opinión

A predicar con el ejemplo

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Predicar con el ejemplo no es la mejor manera; es la única. Es una de las mejores frases atribuidas a Albert Einstein. El ejemplo tiene una importancia fundamental en toda sociedad. Todos necesitamos modelos a los que seguir o admirar y habitualmente buscamos entre quienes nos dirigen, entre nuestros mayores o entre quienes destacan. Y, claro que sí, en la autoridad. ¿Pero qué pasa si esta hace lo contrario? ¿Es decir, da mal ejemplo?

Es lo que está ocurriendo con la mayoría de las municipalidades de Lima Metropolitana en lo concerniente al pago responsable de los impuestos. Por un lado realizan campañas de concientización para que los vecinos cumplan con sus tributos. Mientas que, por el otro, ellas mismas no cumplen con la Sunat.

Según un informe de El Comercio, 36 de las 42 municipalidades de Lima Metropolitana tienen una deuda tributaria en estado de cobranza coactiva que, en total, suma más de S/549 millones. Las más morosas son las municipalices de San Martín de Porres, La Victoria y Breña, mientras que la de Lima Metropolitana, Chorrillos, Surco, La Molina, Los Olivos y Santa Anita son las únicas que no tienen deudas tributarias. Es decir, de 42 municipalidades, solo 6 cumplen con pagar sus impuestos. Los demás concejos municipales hacen lo que ellos mismos piden que los ciudadanos no hagan.

El ejemplo que dan las autoridades con sus comportamientos es uno de los factores que más influye en la configuración de la cultura de una sociedad. Es por eso que, cuando las instituciones quieren cambiar su cultura, deben proceder desde arriba hacia abajo. La habitual tendencia a imitar a los de arriba se transmite en cascada de manera natural, pues se sobreentiende como algo adecuado y hasta meritorio.

La coherencia es uno de los principales valores de toda organización, entre ellas municipidades. Es, precisamente, el ejemplo que dan las autoridades con sus comportamientos uno de los factores que más influye en la configuración de la cultura de la sociedad. Los valores éticos universales tan básicos como la transparencia o la honestidad son medianamente observables y hasta medibles. En todo caso, está la prensa para denunciar lo que no marcha bien. Si, por el contrario, se oculta información que deba compartirse, se miente, no se respetan los compromisos ni las leyes, se hace lo contrario de lo que se dice, etc., la credibilidad y la confianza en las autoridades se va por los suelos. Los alcaldes deben corregir ese defecto, ponerse al día con la Sunat antes de exigirle a la población que pague sus impuestos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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