Opinión

A Dios rogando y con el mazo dando

Por: Antero Flores-Araoz

El arzobispo de nuestra capital, con fecha 10 de setiembre en curso, ha dictado el Decreto 130/Arz/2022, anunciado en la misa dominical del día siguiente y para regir dentro de la jurisdicción eclesiástica del Arzobispado de Lima, mediante el cual se recuerda los sufrimientos del terrorismo y la tarea de la pacificación, instaurándose el 12 de setiembre de cada año para conmemorar el inicio de la pacificación.

Fue muy grato para quienes profesamos la religión católica, que el Arzobispado capitalino rindiese homenaje a los miembros del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN), que hace 30 años capturaron al jefe del grupo terrorista “Sendero Luminoso”, profesor Abimael Guzmán Reynoso, junto a algunos de sus seguidores.

En el documento eclesial al que nos hemos referido se hace mención de que en el año 1992 un grupo de “peruanos valerosos” venció a la cúpula central de Sendero, “tras doce terribles años de violencia”, avizorándose el “final del túnel”, a lo que podríamos agregar que se cambió el curso de la historia.

No podemos olvidar que también la Iglesia Católica, al igual que algunas otras, tiene entre sus clérigos y pastores, a víctimas del terrorismo y que, religiosos de los lugares más duros en que actuó Sendero, tuvieron que hacer enorme tarea para proteger a la población de la insania asesina y destructora. Recordemos el ejemplo del entonces obispo de Huamanga Juan Luis Cipriani, que tiempo después fue el encargado del diálogo con el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) que había capturado la residencia del embajador del Japón y secuestrado a sus ocupantes e invitados.

En el decreto arzobispal, su autor como invitación insta a todos a superar “…las polarizaciones y violencias con paciencia, serenidad, humildad, desprendimiento, generosidad, disciplina, inteligencia, profunda comprensión ponderada de las situaciones y la prudencia pacificadora”

No tenemos ya paciencia monseñor Castillo, estamos hartos del terrorismo que, si bien fue vencido en buena parte de su magnitud, aún quedan rezagos en el VRAEM y existe el temor de sus vinculaciones con algunas personas que hoy ejercen cargos gubernamentales como legislativos.

No nos pida a los creyentes, monseñor, desprendimiento, generosidad, comprensión y prudencia, pues ya no los tenemos.  Los perdimos por acción de los terroristas que tanto daño han hecho al país, sembrando muerte, destrucción, orfandad, viudez y odio.

Somos humanos y no ángeles celestiales.  Tenemos que acabar con los rezagos del terror y tenemos que impedir, que sea desde la base o desde la cúpula, vuelva a hacer de las suyas el terrorismo en nuestra patria, a la que tendremos que defender hasta con dientes y uñas para no volver a revivir los infaustos años del terrorismo y violencia, al que llamamos por su nombre y no con la azucarada expresión de “violencia política”.  No señor, fue terrorismo que es delito.

Como dice el aforismo, que titula esta columna, roguemos a Dios para que dicho flagelo culmine de una vez, y simultáneamente nosotros, con nuestras Fuerzas Armadas y Policía, con el mazo dando.

(*) Ex congresista de la República

(*) Ex presidente del Consejo de Ministros

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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