Opinión

Jorge Muñoz, punto final de un desastre

Por: Omar Chehade Moya

Hace días, el Alcalde de Lima fue vacado de su cargo a través de un procedimiento legal que en última instancia fue declarado Fundado por parte del Jurado Nacional de Elecciones. En la práctica, Lima estaba sin alcalde hace mucho tiempo. El Jurado Electoral solo sinceró la precaria situación de la capital.

Jorge Muñoz, que había dicho cuando era candidato que convertiría a Lima en “Limaflores”, continuó la saga de muchos en congelar la ciudad en una zona árida, casi sin áreas verdes.

La organización mundial de la salud recomienda que las ciudades tengan 10 metros cuadrados de áreas verdes por habitante. Santiago de Chile y Buenos Aires, tienen 5 y 6 metros cuadrados de áreas verdes respectivamente. Lima apenas 3 metros cuadrados de áreas verdes por habitante, es decir menos de la tercera parte de lo recomendado por la OMS. Además, Lima siguió siendo cada vez más una capital peligrosa, con mayores índices de delincuencia e inseguridad.

Muñoz fue ausente de liderar un plan estratégico para derrotar a los rateros, violadores, o asesinos que pululan en la ciudad. Es verdad que el encargado de combatir la delincuencia es el gobierno a través de la Policía Nacional, pero no es menos cierto que los municipios brindan un apoyo estratégico a la policía a través de sus serenazgos, cámaras de video vigilancia, comités vecinales, logística a sus patrullas y un largo etcétera. El alcalde capitalino nunca se enteró de ello.

Luego, en la pandemia, Jorge Muñoz, después del gobierno nefasto de Vizcarra, debió asumir el liderazgo para plantear un importante cerco epidemiológico que defienda a los limeños. Nada de esto aconteció. Se dedicó a salir 5 minutos al día desde un canal de televisión cautelando su imagen pública.

Por otro lado, de los más de 10 millones de capitalinos, un 20% sufre de agua potable. Más de dos millones de limeños: la “Lima profunda” o no tienen agua, o la tienen por horas. Sufren también de desague y alcantarillados. Sin embargo, se llenaba la boca “recomendando” que nos lavemos las manos continuamente con agua y jabón para enfrentar al Covid. Tampoco hubo obras de infraestructura de importancia en la ciudad.

El transporte urbano siguió siendo un caos. No logró destrabar las obras de la avenida Ramiro Prialé en Lima Este, o de la vía Expresa que culmine en San Juan de Miraflores. Todo quedó en la estación de Barranco. En conclusión, no tuvimos alcalde, pasó desapercibida la gestión de Muñoz. Entre fracasos de pico y placa, imitando a Bogotá y obras inexistentes que prometió en campaña. Hasta los peores alcaldes de Lima tuvieron alguna obra emblemática. Muñoz ninguna.

El colofón al desastre de gestión, es haberse incorporado como director de Sedapal cobrando dietas cuando era al mismo tiempo alcalde, a sabiendas como abogado que estaba prohibido por ley. Lo que sucedió como consecuencia, es lo que legalmente se denomina: vacancia por causa sobreviviente. Última metida de pata. Lo peor de todo fue cuando el ausente alcalde como mal perdedor insulta al Jurado tildándolos de corruptos. Señor Muñoz; Lima no lo va a extrañar.

*Ex Vicepresidente del Perú y ex Congresista de la República

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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