Opinión

La sombra de Maduro

Por: Alicia Barco Andrade

Nicolás Maduro no escatima en recursos para protegerse. Sistemas de videovigilancia de última generación, contramedidas electrónicas para neutralizar rastreadores y escuchas, y una red de ciberseguridad para resguardar la información sensible del gobierno. Donde no está solo en esta cruzada tecnológica. Sus aliados, como Rusia y China, le brindan apoyo en materia de seguridad, compartiendo conocimientos y tecnologías de vanguardia.

¿Es este escudo digital infalible? La historia nos enseña que ninguna fortaleza es inexpugnable. Sin embargo, Maduro ha elevado la seguridad a un nuevo nivel, donde la tecnología se convierte en un arma de doble filo: una herramienta para protegerse, pero también un símbolo de su poderío.

En la Venezuela del siglo XXI, la seguridad de un líder se mide en bits y bytes, en algoritmos y encriptaciones. Un mundo donde la tecnología juega un papel crucial en la supervivencia política. Más allá de los muros digitales que resguardan a Nicolás Maduro, se teje una red oscura que conecta su régimen con los tentáculos del terrorismo internacional. Las acusaciones resuenan en los pasillos del poder, alimentando la incertidumbre y el temor en la región.

¿Son meras especulaciones o hay pruebas tangibles de esta alianza siniestra? La presencia de grupos como Hezbollah y disidencias de las FARC en territorio venezolano levanta sospechas. ¿Acaso Maduro les brinda refugio y apoyo, convirtiendo a su país en un santuario para el terror?

El narcoterrorismo, esa fusión perversa de drogas y violencia, también se cierne sobre Venezuela. Se dice que el régimen utiliza las ganancias ilícitas para financiar sus actividades, para mantener el poder a cualquier costo.

Pero la amenaza no se limita a las fronteras venezolanas. Se acusa a Maduro de desestabilizar la región, de apoyar a grupos y movimientos que buscan socavar a otros gobiernos. ¿Es este un terrorismo de Estado, una estrategia para expandir su influencia y sembrar el caos?

El gobierno de Maduro niega rotundamente estas acusaciones, la tacha de difamaciones y las atribuye a una campaña para justificar una intervención extranjera. El contexto geopolítico, con sus tensiones y alianzas, complica aún más el panorama. La comunidad internacional se encuentra dividida. Algunos países y organizaciones respaldan las acusaciones, mientras que otros las cuestionan. En este laberinto de acusaciones y negaciones, la verdad se esconde entre las sombras. Pero una cosa es segura: la posible conexión entre Maduro y el terrorismo internacional es una bomba de tiempo que amenaza la estabilidad de América Latina.

Hoy tuve la oportunidad de escuchar a un taxista venezolano que trabajó para Maduro durante 10 años en 30 minutos del trayecto. Inmediatamente comencé a tomar apuntes e hilar cabos. Le hice muchas preguntas sobre el terrorismo internacional y el incremento de la violencia en la región y el mundo. Lo que me llevó a confirmar que la guerra geopolítica que vivimos intensifica los objetivos ocultos del bloque socialista, para seguir controlándonos y vigilándonos. Esto no es algo que se quiera saber. Por eso lo escribo. Todo esto me lo contó como testimonio de un encuentro fortuito de mi vida cotidiana. El taxista huyó a Perú.

Pero ¿qué podemos hacer nosotros, ciudadanos de a pie, frente a esta amenaza global? La respuesta reside en la unión, en la fuerza invisible que surge cuando la ciudadanía, las empresas y la sociedad civil se entrelazan en un frente común. No somos meros espectadores, somos la primera línea de defensa. Conciencia y Conocimiento es lo que debemos dar, frente a esta guerra silenciosa.

(*) Comunicadora digital, filósofa, periodista colegiada, docente, empresaria, estratega, mujer política del siglo XXI.

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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