
Basta una mirada a nuestra historia para comprobar que al Perú y México los une una rica herencia en común como cunas de grandes civilizaciones prehispánicas, la inca y la azteca. Las relaciones entre nuestros países, en los ámbitos diplomático, económico, comercial, político, cultural, migratorio, entre otros, siempre han marchado viento en popa. Sin embargo, en los actuales tiempos han sufrido un lamentable deterioro por cuestiones absurdas.
Los primeros sudamericanos que llegaron a México independiente provenían precisamente de Perú y Chile, pues muchas personas de estos países pasaban por el puerto de Acapulco y Puerto Ángel para comprar provisiones durante el auge de la fiebre del oro de California, a mediados del siglo XIX. No olvidemos que México perdió el 55 por ciento de su territorio, incluyendo los estados de California, Nevada, Utah, Nuevo México, las mayores partes de Arizona y Colorado, y otras de las actuales Oklahoma, Kansas y Wyoming actualmente territorio de los Estados Unidos.
En México hay muchos lectores de las obras de Mario Vargas Llosa, César Vallejo y José María Arguedas, como también los hay en el Perú de escritores mexicanos como Octavio Paz, Juan Rulfo o Carlos Fuentes.
En la década de 1970, en tiempos de dictaduras, muchos intelectuales peruanos llegaron a México solicitando asilo político, siguiendo una tradición diplomática que se remonta a mucho tiempo atrás. Recordemos que el 7 de mayo de 1924, Víctor Raúl Haya de la Torre fundó el Apra en Ciudad de México. Por ese entonces, Haya era cercano colaborador de José Vasconcelos, quien impulsó la educación indígena, la rural, la técnica y la urbana; creó redes de bibliotecas, misiones culturales, escuelas normales y Casas de Pueblo que convirtió en centros educativos básicos.
México ha cobijado a muchos artistas, deportistas, políticos y muchos otros profesionales peruanos. Basta mencionar a los actores Ricardo Blume y Saby Kamalich, los cantantes Tania Libertad, Edwin Alvarado y Claudio Morán, el político y periodista Eudocio Ravines, el exfutbolista Walter Ormeño. Después de tanta confianza y lazos de hermandad, resulta que ahora México decide exigirles visa a los peruanos para ingresar a su territorio. El Perú ha respondido con la misma medida por una cuestión de reciprocidad.
Es triste y lamentable que las relaciones empeoren cada vez más solo por la absurda intención de Andrés Manuel López Obrador de congraciarse con sus cuestionados homólogos de otros países. La diplomacia no debe estar regidas por preferencias o simpatías políticas o ideológicas. Los pueblos de Perú y México no deben pagar los platos rotos de estas rabietas, esperemos que por la vía diplomática todo esto se revierta y pronto. Porque que lo digo y escribo siempre lo firmo.