Opinión

Fracasó sabotaje al Inti Raymi

Por: Martín Valdivia Rodríguez

El Inti Raymi es una de las actividades tradicionales que más interés concitan en el turismo. Su difusión es clave en la dura lucha para avanzar hacia la reactivación económica, más aún en estos tiempos pospandémicos, de vacas flacas, de desempleo, de carencias extremas y estómagos vacíos. Por eso resulta inexplicable que en Nueva York un grupo de peruanos y no peruanos, movidos por afiebrados intereses políticos, haya pretendido sabotear la presentación internacional del Inti Raymi 2023. No era, de ninguna manera, el lugar ni el momento para vomitar odios e inquinas.

Una cosa es cuestionar a un régimen —la protesta es un derecho, claro— y otra, muy distinta, planear un boicot para perjudicar a hermanos peruanos que, en sus alejados pueblos, rezan para que se reactive el turismo, la actividad que es el sustento de sus hogares, que evita que sus hijos pasen hambre.

El evento se realizó en las instalaciones del majestuoso teatro United Palace, donde se escenificó, en vivo, un resumen de lo que se verá este 24 de junio en la Ciudad Imperial del Cusco. Las autoridades locales, los representantes diplomáticos y la prensa internacional quedaron fascinados al apreciar el arte, la elegancia y la solemnidad de un espectáculo que rememora una ceremonia ancestral de la más grande civilización de Sudamérica, el imperio de los incas.

Hubo, sí, un incidente lamentable que fue superado. En el United Palace irrumpieron algunas personas —entre peruanas y extranjeras— que en un momento sacaron banderas y empezaron a lanzar arengas contra el gobierno de Dina Boluarte. Se armó el desmadre, vinieron las rechiflas y la policía norteamericana, que no entra en vainas, sacó a los revoltosos y los llevó a la delegación. El alcalde del Cusco, Luis Pantoja, en su discurso trató de defender la legalidad del régimen. Craso error, pues el público protestó y exigió, con razón, que siga el acto cultural y se deje la política a un lado.

Luego todo prosiguió como se había programado, felizmente. Los ritos sagrados se representaron en tres escenarios: el Templo del Qorikancha, la Plaza Mayor del Cusco y la explanada de Sacsayhuamán, que fueron develados en una teatralización deslumbrante.

Los revoltosos no se saldrán con su gusto. Los turistas extranjeros vendrán para el Inti Raymi y prometerán volver para las fiestas de la Candelaria, el Corpus Christi. O de las Líneas de Nazca, Kuélap, Chan Chán, el templo de Chavín, el Manu y todas las demás maravillas que tiene el Perú. Y los 4 millones de peruanos que dependen del turismo los recibirán con una sonrisa. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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