Opinión

31 años después

Por: Francisco Diez-Canseco Távara

Treinta y uno años después de la captura de Abimael Guzmán, gracias a un impecable operativo del GEIN liderado por el General Ketin Vidal, y luego de dos años de la muerte del mayor genocida de la historia del Perú, su estrategia leninista de dar un paso atrás para luego dar dos adelante, tuvo sin duda un éxito inesperado con la llegada al Poder del corrupto Pedro Castillo, acompañado de una comparsa de terrucos que, inclusive, llevó a la legalización – ya felizmente desarticulada- de un brazo senderista del SUTEP.

Quienes enfrentamos -y seguimos haciéndolo- a este grupo terrorista, considerado en un momento como uno de los más sanguinarios del mundo solo comparable en su momento a los polpotianos de Camboya, hemos visto al principio con estupor y luego con claridad, su deleznable vínculo con la izquierda caviar que en todo momento ha movido sus bien aceitados tentáculos para defenderlo impulsando, por ejemplo, el fallo sobre la asonada del penal Castro Castro por el cual se indemnizó a los senderistas que se habían apoderado de ese centro penitenciario: Osmán Morote, número dos de Sendero Luminoso, recibió una “reparación” de US$200 mil, algo inédito en el mundo: un terrorista indemnizado , con el dinero de sus víctimas por el mismo Estado que ha intentado destruir.

Uno de los grandes daños hechos al Perú ha sido, sin duda, durante todo este tiempo la campaña permanente de los caviares para colocar al Estado y la sociedad peruana en su conjunto a la par con sus victimarios como lo evidencia, en forma emblemática el informe final de la mal llamada Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) creada ad hoc durante los gobiernos de Paniagua y Toledo para establecer una distorsionada historia caviar del enfrentamiento de la sociedad peruana con Sendero Luminoso como un “conflicto armado interno”, inventado a través de una interpretación marxista de la tesis de Galtung sobre la “violencia estructural” (pobreza, marginación, injusticia)y la inevitabilidad de la aplicación del axioma por el cual, según los comunistas, “la violencia es la partera de la historia” como única forma de reparar tanta inequidad, lo cual se ha comprobado históricamente que es falso.

El Perú sí requiere una Revolución Pacífica, como planteamos en mi partido Perú Acción, destinada a consolidar nuestra democracia con justicia social y sin corrupción pero ¡TERRORISMO, NUNCA MÁS!

(*) Presidente de Perú Acción

Presidente del Consejo por la Paz

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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