Opinión

¿Y la fiesta de la Candelaria?

En las redes circula el video del concurso de danzas realizado en el estadio de la Universidad Nacional del Altiplano (UNA) de Puno, como parte de la fiesta de la Candelaria. Rafael Rey publica las imágenes y comenta: “La fiesta de la Candelaria se fue a Arica y Puno quedó vacío. No se puede ir a un sitio donde llueven piedras y hay violencia. A esto conduce el extremismo barato: sin público, sin auspiciadores, sin turistas, sin ventas, sin desarrollo…”. Uno pudiera creer que se trata de un fake, un meme u otro artificio de algún cibernauta de derecha para desacreditar a la gente que sigue protestando en Puno, pero lamentablemente no es así.

La propia universidad publica en su cuenta de Facebook las imágenes del estadio, cuyas tribunas, efectivamente, lucen prácticamente vacías. El estadio de la UNA Puno tiene una capacidad para 25 mil personas, pero en las fotos tomadas por un dron solo aparecen menos de unas 200, incluidas las que están en el palco de honor. Como dice Rafael Rey, en Arica, Chile, hubo una fiesta de la Candelaria mucho más concurrida de la de Puno. En el centro de Lima hubo otra, con pasacalle de danzantes, con muchos más asistentes que los que se ven en el estadio de la UNA.

La fiesta de la Candelaria era una actividad multitudinaria e importante fuente de ingresos para los puneños, quienes todos los años esperaban con entusiasmo que llegue febrero para subir sus ventas y ganar más dinero por la masiva visita de turistas. Pero esta vez se han reducido los vuelos y las reservas en los hoteles y restaurantes.

Los vendedores de artesanías no venden casi nada. Este panorama triste y desolador es consecuencia del rencor, el odio y la violencia promovidos por sujetos a los que sólo les interesa desestabilizar al país para sacar réditos políticos. Los puneños, famosos por su pujanza y pundonor, deben darles la espalda a esos azuzadores oportunistas que los manipulan, los utilizan y los perjudican. Ojalá que los puneños reaccionen por el bien de su población. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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