Opinión

Viaje al más allá

Por: Ántero Flores-Aráoz Esparza

Lo que vemos en los últimos tiempos sobre el estado de las vías de comunicación terrestre, es decir, las carreteras, francamente, es de espanto, salvo algunas vías que están concesionadas y en las que se observa el debido mantenimiento.

Se observa que las carreteras carecen de mantenimiento adecuado y oportuno. Los huecos, así como los montículos, son una visión frecuente que, por supuesto, dañan los vehículos que transitan por dichas vías.

Se han caído puentes y aquí no pasa nada. Alguna autoridad dijo hace algún tiempo que no se caían, sino que se desplomaban, como si el resultado no fuera el mismo y como si la utilización de sinónimos fuera a hacer alguna diferencia. Vemos también que, con la crecida de los ríos y los huaycos, sufren nuestros puentes. Si bien en los últimos tiempos se dispone el cierre de ellos, como acaba de ocurrir con el puente “Conchán” en la Panamericana Sur, lo que se necesita es su pronta reparación y ponerlo nuevamente en valor para facilitar el tránsito.

Hace poco tiempo colapsó un importante puente en Chancay, y parecería que, entre el concesionario de la carretera y el Estado Peruano, representado por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, siguen discutiendo a quién le corresponde la reparación y la puesta en servicio del puente para los transportistas.

El caso del puente caído en Chancay es de mayor preocupación, pues no solamente se requiere su reparación, sino que debe estar en condiciones para prestar servicio al transporte vial de camiones que llevan contenedores de gran peso desde Lima hacia el nuevo puerto de Chancay y viceversa. Es inaudito que el puerto esté operativo, pero que el puente que debe estar al servicio de los usuarios se encuentre siniestrado y ni siquiera puedan removerse todavía los escombros debido a los peritajes pendientes para establecer responsabilidades.

Mientras las autoridades deshojan margaritas para determinar quién debe reconstruir el puente, los usuarios sufren las consecuencias, y lo peor es que no se avizora una solución en el corto plazo.

Evidentemente, no todo es caótico. Desde el Sector Transportes y Comunicaciones se está anunciando el reforzamiento de muchos puentes, esperando que esto se convierta en realidad y no sea una más de las “mecidas” a las que ya nos tienen acostumbrados nuestras autoridades, ante lo cual, con legítimo derecho, nos rebelamos y exigimos soluciones.

No podemos, en las reparaciones de carreteras y puentes, especialmente tratándose de reforzamientos urgentes, seguir con los tediosos trámites previos a la ejecución de las obras. Si el tema es de urgencia o emergencia, no deben seguirse los procedimientos habituales para nuevas obras, sino que debe implementarse un sistema o sistemas expeditivos que generen no solo tranquilidad a los usuarios, sino su plena satisfacción.

Es cierto que, con la reciente Ley de Contrataciones Públicas N° 32069, algo se ha avanzado, pero no lo suficiente. Por ello, se hace necesario que el Poder Ejecutivo encuentre soluciones y proponga iniciativas legislativas al Congreso para su debate y aprobación.

Miren lo que pasa con el nuevo Aeropuerto Jorge Chávez, prácticamente listo para operar, pero sin que los pasajeros puedan llegar a él para su embarque o retorno a sus domicilios. La concesionaria hizo lo suyo, pero el Estado sigue silbando desde su sitial de confort, mientras los usuarios preguntan a su médico por ayuda ante su crisis hepática y la bilis acumulada.

Los ciudadanos deseamos que los estudios de origen-destino del transporte vial no sean como la película “De aquí a la eternidad” y que infieran que el destino es hacia el más allá.

(*) Expresidente del Consejo de Ministros.

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

 

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