Opinión

Sabiduría y enseñanza

Por: Antero Flores-Araoz

El Congreso muchas veces es vapuleado por la ciudadanía, o mejor dicho por parte de ella, porque no siempre hace lo que ella piensa y ello tiene su lógica. En efecto, el Congreso a diferencia del Poder Ejecutivo, es la casa de todos, todas las corrientes políticas y gran parte de los partidos están representados en él y por ello hay que concertar para tomar acuerdos y llevarlos a la normatividad que espera la población.

El actual Congreso no es ajeno a críticas, pero es bueno recordar que al igual que tiene errores, también tiene aciertos e incluso ha hecho cosas que eran tarea de anteriores parlamentos y que no hicieron, como es la elección de seis magistrados del Tribunal Constitucional para recomponerlo y sustituir a los que tenían mandato vencido.

Rememoremos que por grave error hoy carecemos de reelección parlamentaria y por ello quienes están en el actual Congreso se han tenido que ganar su sitio con mucho esfuerzo y sin contar con la ayuda de experimentados legisladores. Empero tiene logros, como el haber corregido el lamentable equívoco de la Ley Universitaria que limitaba la labor de los catedráticos, es decir de los profesores universitarios, hasta sus setenta años, al igual como es el límite general de la empleocracia pública.

Felizmente para la elección de congresistas, nombramiento de ministros, designación de miembros del Tribunal Constitucional, no se incurrió en el desacierto de fijar tal límite.

Es probable que el límite de setenta años para la enseñanza universitaria haya sido fruto de la idea prefijada del impulsor de la Ley Universitaria, el General Mora, quien por especialidad profesional consideraba que la aptitud intelectual tenía que ir paralela con la física, pero ello no es atendible tratándose de la enseñanza en que se transfieren conocimientos, pensamientos y sabiduría. Para ello no se requiere caminar a paso ligero ni hacer ejercicios físicos.

Platón en “La República”, refiriéndose a la ancianidad, la calificaba como “la etapa en que el ser humano alcanza las más óptimas virtudes morales, tales como la prudencia, la sagacidad, la discreción y el buen juicio”. A ello podríamos agregar que la Historia nos informa que muchos de los grandes pensadores, filósofos, inventores, literatos, compositores y hasta gobernantes, lo hicieron con gran sabiduría en la ya avanzada tercera edad, esto es la vejez. Por lo demás, las arrugas de la cara no dicen nada, antes bien como señaló Charles Agustin Sainte-Beuve “las arrugas del espíritu nos hacen más viejos que las de la cara”, a lo que agregaría que las arrugas del espíritu se pueden dar en todas las edades.

Cada universidad, en uso de su autonomía, aunque recortada por la actual Ley, decidirá lo que es más conveniente en cuanto edad límite para enseñar, debiendo tener presente que la sabiduría y experiencia no deben desestimarse y que habrá que evaluar cada caso, puesto que a unos los años los hará más sabios mientras que a otros más decrépitos y necios.

Vean al primer ministro.

(*) Excongresista de la República

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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