
Siempre, en todo Congreso de la República, desde que se instauró el sistema democrático, hemos tenido parlamentarios que demostraron ineptitud y mediocridad. Eso no es novedad. La novedad es que en la actual gestión legislativa tenemos más “padres de la patria” se ponen en evidencia con pasmosa facilidad, como si fuera un deporte sacar a relucir miserias morales o almas corroídas por la perfidia.
La indignación y el repudio estaban en su punto máximo de ebullición tras la denuncia de violación sexual contra el congresista Freddy Díaz, quien recibió el rechazo hasta de su propia bancada, APP, que lo expulsó de sus filas. En el Congreso pedían el desafuero y en la calle exigían pena de cárcel. Sin embargo, en un temerario intento de nadar contra la corriente, al parlamentario Wilmar Elera (Somos Perú) se le ocurrió poner paños fríos al asunto.
“Creo que la señorita es la única mujer que trabaja en un espacio de puros hombres, lo cual ha creado un ambiente más propicio, sobre todo cuando empiezan a tomar licor”, fue lo que dijo Elera que ha causado total condena. De esta manera el parlamentario intentó justificar tan aberrante acto como es un abuso sexual. Pareciera que para Elera es normal que violen a una mujer que está en una reunión donde todos los demás son hombres. Y que es más normal aún si están libando licor.
Como le enrostró una periodista, Elera parece ser un “cavernícola” de esos graficados con un garrote y arrastrando de los cabellos a una mujer. Pasar por agua tibia a una violación es un acto ruin, más aún si quien lo pretende hacer es un político.
Si uno ve los antecedentes de Elera podrá encontrar algunos nubarrones. Antes de ser elegido por Somos Perú, en 2021, tuvo siete fracasados intentos y pasó por APP, lo que podría tener algo que ver con su decisión de defender a su colega Freddy Díaz de la acusación de violación en su contra.
Entre otras “perlas”, en 2014 fue inhabilitado por tres años para contratar con el Estado por presentar documentación falsa o inexacta para ganar la supervisión de una obra en Sullana. Ahora tiene otra mancha en su historial. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.