Opinión

Radiografía del crimen (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

En vez de estar peleando por el “plan Bukele”, las autoridades, los políticos y los especialistas en seguridad ciudadana deberían dedicar más tiempo a identificar las causas de la delincuencia, determinar cómo ha evolucionado este fenómeno, cuáles son sus mecanismos y sus consecuencias. Las modalidades del delito han variado y se han diversificado enormemente en los últimos años en el país, que tiene sus propias particularidades, por lo que, si se aplica el “plan Bukele”, tendría que adaptarse a nuestra realidad. No se puede, por ejemplo, cazar venados con una caña de pescar. Ni ponerle trampa a un zorro con un atado de alfalfa para conejos.

En el Perú no se ha podido solucionar ni siquiera la proliferación de carteristas y escaperos, que han evolucionado en “raqueteros” y cogoteros, los cuales ahora no solo asaltan y roban en el centro de las ciudades o los distritos de los conos, sino también en zonas residenciales, donde aparecen sorpresivamente en autos o motocicletas. Enfrentar esta modalidad de delito no precisa de una gran estrategia, sino de un riguroso plan de vigilancia y control en zonas estratégicas. Cualquier comisaría debería estar en capacidad de organizarse y accionar en el aspecto operativo y de investigación para reducir o acabar con este tipo de robos en determinada zona.

El delito que sí necesita de un método más complejo y sofisticado es el de las extorsiones, que está directamente relacionado con el sicariato. Cuando un asesino a sueldo mata a una persona, puede ser principalmente por dos razones: porque la víctima no pagó el cupo de la extorsión, o por un ajuste de cuentas, cuyas motivaciones podrían ser rivalidades entre delincuentes, venganzas o por la orden de autores intelectuales que no aparecen en la escena del crimen.

Los detractores del “plan Bukele” dicen que, a diferencia de El Salvador, en el Perú no tenemos pandillas como “Los Maras Salvatrucha”. Y es cierto, pero en los últimos años han llegado no una, sino varias bandas criminales de otros países, según información de la Policía Nacional. Y no solo está el “Tren de Aragua”, sino “La Cota 95”, “Los Malditos del Cono”, “La Dinastía Alayón”, “Los Gallegos” y “Los Hijos de Dios”, también de Venezuela, además de “Los Trigueros” (Ecuador) y “Los Bravos del Gota a Gota” (Colombia).

De tal manera que el problema en el Perú parece ser más complejo. No se trata de solo una o dos pandillas que funcionan bajo una estructura única, sino varias organizaciones criminales extranjeras que se suman a las peruanas. Hay mucho más por analizar en este tema. Mañana continuamos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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