Muy orondos, los “astutos” asesores de Castillo construyeron una estrategia mediática para mejorar la imagen del presidente, tras varios meses de vacío por no comparecer ante los medios de comunicación. El plan se desarrollaría por etapas sucesivamente articuladas.
La primera escena ocurrió a fines del año pasado. Un grupo de periodistas de la capital, vinculados a las grandes cadenas de señal abierta y el cable, fueron invitados a conversar en privado con el primer mandatario. Luego –con esa docilidad acreditada por la obsecuencia a Vizcarra y Sagasti– fungieron de heraldos de la nueva era de relaciones entre el periodismo y Palacio de Gobierno.
La siguiente fase de la teatralización consistió en dos entrevistas totalmente condescendientes, para confeccionar una semblanza presidencial histriónica. Nada de indagar en el pensamiento Castillo, ninguna voluntad de informar con certeza. Sólo adulación disfrazada de amabilidad, afeites para edulcorar las respuestas, retoques que hacen lo trivial solemne, vender la idea que es dable un jefe de Estado sin capacidad ni preparación, pero entusiasta para aprender mientras el país se destroza. Lamentablemente a esta reingeniería vergonzosa y pueril se ha prestado un periodista reconocido, que así echa al traste su brillante trayectoria. ¡Una pena!
La culminación del espectáculo sería el gran debut internacional. Pero el “perspicaz creativo” no sabía de Fernando del Rincón. E imprudentemente mandó al pupilo a la carnicería del escarnio público. Y con la CCN, a escala mundial.
¡Tamaña audacia! Un yerro fatal, pues debieron ubicar a un Lucar extranjero. Así lo que comenzó con auspicios artificiales terminó, no en tragedia, sino en farsa. Castillo volvió a su nivel de siempre, aquel que sufrimos durante su primer semestre, dizque de “gobierno”. Solo que ahora estampado con sus palabras y también con sus silencios, mucho más elocuentes que sus hiatos léxicos. Rincón por el contraste inquisitivo y los felipillos locales por su complacencia servil, cada uno a su manera, dibujaron al presidente peruano en su orfandad absoluta y con sus carencias a granel.
¡Pero cuidado! ¡Qué este álbum de pachotadas y banalidades no oculte lo relevante! Por centrarse en lo ridículo y chabacano, no pasemos por alto la de entrega de nuestro mar territorial a Bolivia, que fluye de la entrevista con Del Rincón estaríamos ante un acto de traición a la patria, de consecuencias traumáticas para el Perú. Tampoco minimicemos el levantamiento de la señal a PBO Radio. La forma irregular como han procedido es contraria al derecho establecido. Más parece una conducta matonesca, ilícita, que con descaro pisotea la libertad de expresión. Entonces, a la incapacidad probada, a la corrupción investigada, tendríamos el entreguismo traidor y la conculcación de la prensa independiente.
(*) Constitucionalista
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