
Sabíamos desde el primer instante que, con Donald Trump llegaba una ola de transformación no sólo para Estados Unidos sino para gran parte del hemisferio. Es la oportunidad histórica para desmantelar el desmadre caviar producido por Biden, manipulado por dirigentes insertados en la nueva asociación progre-comunista llamada Partido Demócrata y el demonio encarnado de George Soros.
El mismo despropósito se produjo cuando el caviarismo con sus múltiples disfraces y maquillajes se infiltraron democráticamente en el poder en el Perú. Con gran astucia, lograron apuntalar a la presidencia de la Republica a un sindicalista básico y lograron una hazaña histórica: llevar al poder al comunismo peruano menos intelectual y más pesetero de la historia contemporánea.
Ese experimento logró que los caviares en sus diferentes perfiles coparan el estado, sin meritocracia, incluso influyendo en el poder judicial con subvenciones extranjeras y perturbando las leyes con jueces prevaricadores. Y con bolsillo lleno, aparecieron los periodistas alternativos con lenguaje y mensaje progre, pero pitucos fácticos de Coca Cola zero y restaurantes gourmet.
Es impresionante cómo este club de subsidiados ha logrado propagar su veneno con sus falsas leyendas y mitos de luchas por los derechos humanos y por los más pobres viviendo a plenitud una oligarquía financiada por la cooperación internacional y por individuos que pretenden desestabilizar políticamente a las naciones.
Las órdenes ejecutivas dictadas por Donald Trump hacen llorar a las ONG y a los caviares luego de que el presidente decidiera suspender momentáneamente la ayuda que se les brinda a través de los programas gestionados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Milei hizo lo mismo con los vagos peronistas caviares en Argentina, que ahora están buscando trabajo hasta las lágrimas, rezándole a todos los santos para que algún día vuelva Cristina.
Sin ingresos mensuales, esta costra, que impulsa políticas de muerte se queda sin sustento, incluso se les recorta el financiamiento a grupetes desacreditados como el controvertido IDL, el nervio motor del caviarismo jurídico intelectual, acusado de favorecer agendas lawfare para atacar a enemigos políticos que no se adhieren a su ideario progresista para despilfarrar el dinero del erario peruano.
Este esquema repetitivo, obedece al plan estratégico del progresismo internacional que instruye a sus miembros para la aplicación del gramscismo continental para desbaratar las plataformas gubernamentales y gobernar desde los escombros aplicando políticas de destrucción de la propiedad privada las libertades fundamentales, la religión, la separación de poderes y el estado de derecho. Lo mismo que propone la Agenda 2030.
A buscar trabajo, caviares.
(*) Analista político.
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