
El deporte peruano no se puede centrar en una sola alegría y esperanza. Sí bien es cierto el fútbol es la pasión que muchas veces nos ha unido como peruanos y nos ha hecho olvidar crisis, es importante que del mismo modo podamos estimar a otras disciplinas y atletas nacionales. Es importante que la misma preocupación que nos genera el balompié, también lo sea para el deporte y sus deportistas, muchos de ellos abandonados por las propias instituciones que se encargan de regir su destino.
Ciertamente para este nuevo año todo está centrado en la posibilidad de conseguir un nuevo boleto a una Copa Mundial de Fútbol. Pero también debemos recordar que durante ese año hubo dos competencias deportivas grandes para Perú, dos panoramas que podrían conducirnos al éxito para Santiago 2023 y, por qué no, a París 2024, si se hacen las correcciones necesarias.
En Tokio 2020, la delegación peruano no pudo conseguir medallas. Nuevamente la cítrica de la opinión pública fue severa con los atletas. El peruano de a pie que no sabe que una batalla, son días, meses y años de sacrificarlo todo. Muchas veces no por ganar fama, ni popularidad, sino por amor a su deporte, por amor puro y leal a nuestro país. Muchos o casi toda la opinión pública, no sabe del mal manejo de varias de las federaciones deportivas y, además, de la pobre gestión de quienes conducen el Instituto Peruano del Deporte (IPD).
La pésima administración de los recursos que otorga el estado para el deporte, es uno de los elementos que golpea a muchas disciplinas y atletas. La utilización y empleo de esas subvenciones por parte de las entidades federativas, es otro de los puntos que socava las ganas e ilusiones de nuestros representantes nacionales. La inacción ante los problemas frecuentes, muchos de los cuales no son novedad, se dejan al azar y no se concilian soluciones para detener los riesgos. Sumado al abandono de los atletas de los lugares más alegados del Perú, que en gran mayoría son los talentos más prometedores que poseemos.
Sí bien es cierto en Tokio no se ganaron medallas, pero en los Panamericanos Junior de Cali se consiguieron 35. Pareciera un contraste muy escandaloso y absurdo, pero debemos entender a simple rasgo que hablamos de dos competencias de niveles totalmente distintas. No se le quita el mérito a la justa donde nuestros representantes coronaron grandes logros, no. Ahí se pudo evidenciar el potencial que existe en el Perú a nivel deportivo, y es por esa razón por la que las autoridades deben trabajar aún más, elaborando planes con los medallistas y no medallistas. Material humano hay, pero se debe trabajar y utilizar bien los recursos para conseguir los objetivos.
Que el fútbol nos continúe dando alegrías este 2022, pero que también sea el Deporte en su máxima expresión un motivo de prioridad y esperanza. Señor presidente, el deporte contrarresta los flagelos de una sociedad, utilice esta herramienta como una panacea para la prosperidad de nuestro pueblo. ¡Feliz año!
(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.