Opinión

Periodistas y comunicadores (II)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Nos referíamos en la columna anterior a la especialización y la diversificación de las carreras profesionales, fenómeno provocado por el auge tecnológico que también ha alcanzado a la prensa y dado lugar a una tendencia a establecer una línea divisoria entre periodistas y comunicadores.

En las redes sociales cada vez están apareciendo más perfiles de profesionales del ramo que se definen como “comunicadores” y, entre paréntesis, “experiodistas”. Se dan, incluso, casos de salas de prensa, comunicaciones o imagen institucional donde ciertos comunicadores miran de manera despectiva a los periodistas, como si hubiera un recelo o rivalidad.

Pero la verdad es que los periodistas aún acreditan ese bagaje cultural que es el sostén del carácter intelectual de la carrera, pues profundizan en la investigación fáctica y la procesan con una capacidad de análisis que se sustenta en el conocimiento. Así, los periodistas tienden a conservar un nivel cultural por encima del promedio de cualquier otra carrera, producto del conocimiento de materias más vinculadas a humanidades que a las ciencias exactas.

Los comunicadores, por su parte, inciden más en el aspecto tecnológico que social. Para ellos, los algoritmos, las métricas y los likes o “me gusta” en una información tienen un mayor precio que el valor mismo de la noticia o el informe.

Estos aspectos también son percibidos desde el punto de vista académico. En una entrevista, el conocido periodista y profesor Jorge Ramos de la Flor expresa su preocupación por el bajo nivel de los profesionales de las comunicaciones debido al “empobrecimiento de las ideas, la escasez de creatividad y la pérdida del espíritu artístico”.

Según su análisis, este declive se debe a la “crisis social causada por la injerencia de la tecnología, primero con la televisión y ahora con internet y las redes sociales”. Subraya que, desde las aulas o ya en el ejercicio de la carrera, se alejan cada vez más de la lectura y otros hábitos que les otorgaban la categoría de intelectuales.

Hace unos días, una reportera de Canal N afirmaba que el pan ha subido de precio y que “antes estaba a 25 céntimos cada uno y ahora ¡a cuatro por un sol!”. Ese es uno de los tantos errores que se cometen en esta suerte de nueva normalidad de las comunicaciones.

Algo está pasando con los periodistas y los comunicadores, pero estos últimos llevan la peor parte. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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