Opinión

Conspiración internacional contra el Perú

Por: Hugo Guerra Arteaga

Tras el abortado golpe de Castillo, muchos no entienden que el problema real es la ofensiva terrorista internacional y no una simple “protesta social”.

Manifestar el descontento con los múltiples desajustes estructurales de la república es derecho incuestionable; pero tomar las calles de manera violenta, destruir la propiedad pública y privada, además de atacar con armas a civiles y policías califica como subversión frente al estado de Derecho en modalidad terrorista.

La responsabilidad no es solo de las masas bobas que se suman al radicalismo, sino sobre todo de cúpulas siniestras de las que contamos con todas las evidencias sobre cómo coordinan en una conspiración internacional contra el Perú.

Quienes hacemos análisis político real advertimos en múltiples oportunidades que la ola violenta estaba formándose. Lanzamos la primera alerta cuando pasó bajo el radar de la seguridad la candidatura de Pedro Castillo vinculada a la Coordinadora Continental Bolivariana; la cual logró reunir a las facciones de la izquierda marxista (desde la castrochavista hasta la maoísta) en torno a un proyecto electoral atípico.

Luego, con la evidente ayuda de un sistema electoral investigado ampliamente por múltiples irregularidades se impuso el triunfo de un personaje inventado como candidato por la inteligencia cubana, pero entroncado profundamente tanto con el senderismo cuanto con el narcotráfico del VRAEM.

Volvimos a sonar la alerta cuando, ya al mando de la nación, Castillo, Cerrón, Bellido y otros empezaron a alentar el discurso de odio, clasista y refundacional so pretexto de convocar a una asamblea constituyente. En ese marco presentamos la denuncia por traición a la patria, porque sabíamos bien que no solo tenían el propósito de conceder ilegítimamente una salida al mar para Bolivia, sino que impulsaban el proyecto de la “patria grande” del socialismo del siglo XXI. Es decir, la eliminación de las repúblicas liberales latinoamericanas para imponer autonomías múltiples coordinadas desde un gobierno central comunista; una réplica amplificada del bodrio constitucional que algunos chilenos alucinados plantearon sin éxito para su país hasta septiembre de este año. Aunque nuestra denuncia cayó en manos de un procurador felón que mal informó ante el TC políticamente le ganamos la mano al Runasur.

Insistimos, entre tanto, en llamar la atención sin éxito frente al diseño geopolítico del Foro de Sao Paulo, consistente en unir las cuencas cocaleras del VRAEM con el Chapare y ampliar las operaciones de las FARC irredentas en la Amazonia norte, vecina a la nueva cuenca de cultivo de la amapola.

Y más domésticamente también denunciamos que Castillo y Torres, vía los consejos de ministros descentralizados y palaciegas convocatorias populistas estaban construyendo una densa red de organizaciones subversivas financiadas por el estado a través de las prefecturas y algunos gobiernos regionales. Además, evidenciamos cómo se estaba imponiendo la línea dura en los sindicatos, traicionando al movimiento popular democrático.

Nada de eso fue atendido por las autoridades cómplices del castillismo y partícipes de la repartija corrupta del estado. En consecuencia, hoy estamos inmersos en una suerte de guerra de nueva generación en la cual no vemos directamente a los cabecillas reales de la subversión (Antauro es apenas un chiste), porque los hilos de los títeres son movidos desde fuera (México, Colombia, Bolivia, Venezuela y Argentina) por estrategas poderosos y con muchos recursos. Al punto que salir bien librados de este nuevo conflicto no será fácil, rápido ni exento de un baño de sangre.

No tengo duda de que el Perú emergerá finalmente victorioso, pero largas jornadas de lucha democrática nos esperan. ¡A seguir firmes en la contienda!

(*) Analista político

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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