Opinión

No todos festejaron

Por: Antero Flores-Araoz

Evidentemente me estoy refiriendo al pasado domingo primero de mayo, que se conmemoraba el Día Internacional del Trabajo. Evidente también, no todos celebraron el acontecimiento, por una simple y poderosa razón, porque en nuestra patria, deplorablemente, tanto el empleo formal como el informal han decaído.

Las causas de la reducción del empleo, principalmente han sido dos, la primera por la pandemia en que se cerraron diversos centros de trabajo o se vieron precisados a reducir su personal al disminuir la venta de bienes y servicios; y la segunda, debido a que se han achicado las inversiones de todo tamaño y nivel como consecuencia de la desconfianza en un gobierno, que no apoya los emprendimientos, salvo de la boca para afuera, que tampoco garantiza la continuidad de los que están en actividad, que sus representantes hacen anuncios absurdos como el cierre de minas y, por último, que pretende un cambio de Constitución, tema que espanta a los empresarios quienes son los generadores de puestos de trabajo.

Como es obvio, hemos asistido a un festival de apreciaciones sobre el día del trabajo, pero sobre todo señalar en diferentes decibeles, que es necesario seguir aumentando los beneficios laborales y manifestar orgullo desde sectores gubernamentales a hechos, que lejos de generar empleo, ahuyentan a quienes pudieren otorgarlo, como por ejemplo suprimir en buena medida la tercerización, querer dictar un Código del Trabajo que lejos de consolidar en un solo cuerpo normativo todas las disposiciones legales sobre la materia que están dispersas, pretende ampliar supuestos derechos y beneficios.

También pudimos constatar como ahumadores de incienso a favor del gobierno, se han “jamoneado” de que el Perú está creciendo, al igual que el empleo. Empero, la trampita es que no se trata de crecimiento, sino de recuperación, aunque parcial, cuando lo lógico es hacer la comparación con el año 2019, prepandemia, que hacerla con ejercicios en que la pérdida de empleo ha sido terrorífica. No solamente se ha perdido empleo, sino que difícilmente se podrá incrementar aquel por el solo anuncio de una Asamblea Constituyente.

No se entiende acaso, que nadie en su sano juicio invertirá un real partido por la mitad, si es que se anuncian nuevas reglas de juego, con el intento constitucional y, sin saberse su contenido. Cualquier emprendedor con dos dedos de frente, esperará conocer las nuevas reglas constitucionales antes de hacer inversiones o ampliar las existentes para generar más empleo y contribuir al Estado con sus impuestos.

Un hecho destacable, es que el empleo formal decayó más que el informal, siendo lo lógico apuntar a que los informales se formalicen. Lo que está sucediendo por la desconfianza, es que los formales migren al sector informal, una tristísima realidad.

También hemos leído propuestas de incentivos tributarios para crear empleo. Ello no se requiere, basta la generación de confianza con planteamientos serios y razonables y no vendiendo sueños opiáceos. Como vemos no hay nada que celebrar, esperando que cambie la actitud gubernamental por el bien del Perú.

(*) Excongresista de la República

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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