
Se acaba de conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y varias autoridades, analistas y representantes de ONG analizaron ampliamente el problema en foros, conferencias y entrevistas. Sin embargo, advertimos un notorio defecto en el enfoque del análisis, perspectiva que puede conducir a un diagnóstico equivocado de la situación y, por lo tanto, inducir al error en el planteamiento de las alternativas de solución.
La mayoría de las personas entendidas en la materia, de las cuales hemos escuchado o leído sus argumentos, consideran al machismo como causa casi exclusiva de la violencia contra la mujer, es decir, del acoso, las agresiones físicas y psicológicas, los tocamientos indebidos, las violaciones y los feminicidios. El machismo, arraigado en la sociedad a tal punto que el 58 % de peruanos justifica la violencia contra la mujer, es una de las principales causas, pero no la única.
Entre las causas también está la desigualdad de género, vale decir, la discriminación y la inequidad en la distribución del poder y los recursos entre hombres y mujeres. Tiene origen machista, sí, y determina los privilegios que poseen los hombres en el campo laboral, principalmente, lo cual vulnera los derechos de las mujeres, pero pese a ello se ha normalizado.
Asimismo, las normas y expectativas sociales, que perpetúan la subordinación de las mujeres y la dominación masculina, contribuyen significativamente a la violencia de género. Esta causa está relacionada con dependencia económica de las mujeres respecto a sus parejas, lo que puede aumentar su vulnerabilidad a la violencia.
Hay, también, un déficit de empoderamiento de las mujeres, quienes encuentran muchas barreras para su participación plena en la sociedad. Estos factores, entre otros, crean un entorno en el que la violencia contra la mujer puede proliferar, como está ocurriendo en el Perú.
Es crucial abordar estas causas subyacentes para prevenir y erradicar la violencia de género. No se trata solo del machismo, que actúa sí como gatillador de agresiones y asesinatos, pero que es solo uno de los factores que causan la violencia contra las mujeres.
Un feminicida, por ejemplo, no solo es machista, sino una persona que viene de un entorno familiar hostil y quizá tolerante de ese tipo de violencia. Puede ser también un caso de psicopatía, trastorno de la personalidad que se caracteriza por el cinismo y la habilidad para la manipulación. La violencia contra la mujer es, por lo tanto, un fenómeno complejo que tiene muchas causas que deben ser señaladas y abordadas en todo análisis serio sobre el tema. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.