Opinión

Ni soberbia ni genuflexión

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Lo que más le conviene al Perú es que cese la violencia y que todos vuelvan a trabajar, que las elecciones se adelanten —para el 2023 o el 2024— y que, el 28 de julio de este año o el próximo, asuma el presidente o presidenta que salga elegido. En tan pocos meses, lo máximo que podría hacer la presidenta Dina Boluarte es sostener el régimen democrático garantizando el proceso electoral y establecer una agenda nacional que incluya las demandas de la población. Pero hay que explicar con claridad que esa es la única alternativa viable. Que no podemos patear el tablero de la democracia.

Poner mano dura y meter bala, como ha quedado demostrado, empeora las cosas, pues solo aumenta la ira y la sed de venganza. Una renuncia presidencial sería doblar las rodillas y tampoco es conveniente, pues se estaría enviando un mensaje de claudicación y empoderando a los vándalos, dándoles carta libre para rebelarse en cualquier momento si el gobierno que se elige con el voto de las mayorías no les gusta. Hay gente que protesta sin cometer actos vandálicos ni responder a consignas de políticos oportunistas, separatistas, senderistas, mineros ilegales, cocaleros y todo ese sancochado de intereses que ha hecho de esta crisis política y social, quizá, la más compleja y difícil de resolver en la historia del Perú.

Se ha cometido muchos errores. Mencionar el 2026 en el discurso inicial fue el primero. Nombrar premier a Pedro Angulo, el segundo. Luego vino la represión policial, que no es la misma que la de ahora, intervención a la San Marcos y lo último: “Puno no es el Perú”. Parte del lago Titicaca le pertenece al Perú y, según una leyenda, de sus aguas emergieron Manco Cápac y Mama Ocllo para fundar el imperio incaico. Puno es nuestro y, precisamente, quizá sea el departamento que necesite más conexión con la patria, reforzar su identidad, abonar sus raíces. Excluirlo es un desatino.

Este último desliz es un error de interpretación, de una mala lectura de la realidad. Algún asesor presidencial, posiblemente, cree que el único problema está en Puno, que en el resto del país la situación está controlada. Craso error. Si fuera así, ¿a qué se deben los muertos en el Cusco, Ayacucho, Arequipa y Virú; los intentos de toma de aeropuertos en varias ciudades; los bloqueos de carretera en Tacna y Cerro Azul; los asaltos a fundos agrícolas en Ica; la paralización del Oleoducto Norperuano en Loreto ante las amenazas y el vandalismo en Lima?

La situación no soporta más errores. Buscar con mucho tino la luz al final del túnel es lo único que nos queda. Porque lo digo y escribo siempre lo firmo.

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