Opinión

Marchas y contramarchas

Por: Martín Valdivia Rodríguez

En su etapa más violenta, la pandemia echó a perder muchos negocios y paralizó la economía en casi todo el país. Gracias a su característico empuje y su capacidad para el emprendimiento, los comerciantes se reinventaron, vencieron la adversidad y se levantaron poco a poco. Sin embargo, hay una zona de Lima donde otras trabas impiden regresar a la normalidad. Se trata del Centro Histórico, donde las calles son cerradas con mucha frecuencia debido a diversos motivos, desde obras inconclusas hasta marchas de protesta.

En una entrevista con Jaime Bayly, el famoso conferencista Yokoi Kenji, quien ha vivido en Japón y Colombia, explica que los nipones se asombran de la capacidad de los latinoamericanos para resolver problemas e improvisar respuestas ante la adversidad. Para salir del hoyo en que nos dejó la pandemia, los comerciantes del centro de Lima apelaron a esa facultad. De esta manera, zapaterías se convirtieron en puestos de venta de frutas, bazares en bodegas de abarrotes y así por el estilo. Y en los negocios empezaron a atender también la esposa, los hijos, los sobrinos, etc. Todo para reducir presupuestos y aumentar las escasas ganancias. Esa fórmula dio resultados en muchos lugares del Perú y el mundo, pero en el centro de Lima, no. Allí es como siguiera la crisis de la pandemia.

Por una u otra razón, de manera recurrente, enormes rejas impiden el paso de los transeúntes en las calles que conducen a la Plaza de Armas, como el tradicional jirón de la Unión, Áncash, Carabaya, Conde de Superunda y Junín. Esa zona está llena de negocios que tienen que cerrar sus puertas porque por sus negocios no puede pasar nadie.

El cierre es ordenado para proteger Palacio de Gobierno cerrándole paso a las marchas de protesta, debido a las lentas obras del proyecto de peatonalización de la Municipalidad de Lima, entre otros factores, de tal manera que los negocios de la zona vuelven siempre a ese punto muerto que causó la cuarentena por la pandemia. Con calles desiertas no hay clientes ni ventas. Cero ingresos.

Hace unos días, el Poder Judicial falló a favor de un recurso para abrir las calles del centro de Lima. Sin embargo, la Policía vuelve a cerrarlas para contener las manifestaciones. ¿O sea que, para proteger al Gobierno de las marchas, se tiene que dejar sin la posibilidad de ganarse el pan a miles de personas? No hay derecho. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

Related Articles

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

Back to top button