No era indispensable que el Presidente del Consejo de Ministros,Alberto Otárola, concurriera a la reunión de presidentes convocada por Lula en Brasilia para reactivar la UNASUR y colocarse nuevamente al frente de la misma.
Y no lo era porque ese cónclave no es otra cosa que una difusa alianza de cooperación de países gobernados por jefes de Estado de izquierda marxista la mayor parte de los cuales integra el Foro de Sao Paulo que, entre otros atropellos, apoya al corrupto golpista Pedro Castillo.
Si bien Otárola confrontó a otro aliado de Castillo, el actual Presidente y ex terrorista colombiano, Gustavo Petro, lo cierto es que le faltó fuerza a la defensa frente a los ataques que su gobierno – que es constitucionalmente legítimo- viene recibiendo de dicho impresentable personaje.
La gran patinada de Lula que, por lo demás puso en evidencia donde está realmente su corazoncito marxista, fue invitar al corrupto dictador venezolano Nicolás Maduro respecto del cual señaló que su gobierno ha sido objeto de “una narrativa malsana y falaz” que lo descalifica ante la comunidad internacional y que debe ser respondida por el propio Maduro.
Semejante afirmación está desvirtuada por la propia realidad actual de Venezuela empobrecida hasta las últimas consecuencias por el corrupto narco régimen de Maduro que ha provocado la migración al extranjero de millones de venezolanos, destruído su fuente principal de ingresos que es la industria petrolera, acallado, perseguido y encarcelado a sus opositores políticos, sometido el sistema judicial a sus perversos dictados y convertido la democracia por la que bregó Romulo Betancourt en una farsa autocrática sustentada por el chavista “socialismo del siglo XXI” que no es otra cosa que un remedo del comunismo cubano.
Para sorpresa de Lula -a quien la Corte Suprema del Brasil libró de una grave y fundada acusación de corrupción tras varios meses de cárcel- Luis Lacalle, Presidente de Uruguay, y también -sorpresa generalizada- Boric de Chile le respondieron tajantemente señalando el primero que “lo peor que podemos hacer es tapar el sol con un dedo” y el segundo que el sufrimiento de los venezolanos “no es una narrativa, es una realidad, es seria” lo cual él ha podido constatar con los miles de venezolanos emigrados a su país.
Todo esto, por cierto, ante el estupor de un Lula a quien le salió el tiro por la culata poniendo en evidencia el fracaso de su invertida ética marxista en dicho cónclave que no sirvió tampoco para restablecer las alicaidas banderas de la UNASUR.
(*) Presidente de Perú Acción
Presidente del Consejo por la Paz
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