Luisa Isabel de Orleans: la reina exhibicionista
Fue un dolor de cabeza para la Corona española por su inestabilidad emocional y excentricidad.
Luisa Isabel de Orleans nació el 9 de diciembre de 1709 del matrimonio entre Felipe, duque de Orleans y regente de Francia durante la minoría de edad de Luis XV, y de Francisca María de Borbón, hija ilegítima del rey Luis XIV.
Fue conocida en la Corte española, sobre todo, por su conducta inapropiada debido al trastorno límite de la personalidad que padecía. Los miembros de la realeza la llamaban la “Reina loca”.
La niña se crio sin nombre, pues sus padres no la habían bautizado formalmente. A los 4 años, Luisa Isabel —por entonces conocida como mademoiselle de Montpensier— fue ingresada en un convento de monjas de París del que fue expulsada a los pocos meses por su mal comportamiento.
En 1722, con apenas 12 años, contrajo matrimonio con el príncipe de Asturias, el futuro rey Luis I de España, que tenía 15 años. Recién entonces obtuvo el nombre de Luisa Isabel y se convirtió en reina consorte al producirse la abdicación de su suegro, Felipe V, dos años más tarde.
Es una de las reinas más olvidadas de la historia de España; probablemente, porque su marido, Luis I, solo reinó 11 meses. Sin embargo, durante su corto paso por la Corte de Madrid acaparó las miradas de todos, y no precisamente por algo bueno.
Cuentan que la reina se paseaba desnuda por palacio, eructaba y se ventoseaba en público y alternaba episodios depresivos (durante los que no hablaba ni comía) con estados de euforia. Sin embargo, cuando Luis I enfermó de viruela, Luisa Isabel cambió por completo, corrigió su conducta y se mantuvo pegada al lecho de su marido durante los 10 días que tardó la enfermedad en ser mortal. De hecho, ella también la contraería, pero logró sobrevivir.
Luisa Isabel, ya viuda, regresó a Francia por voluntad de la reina madre Isabel Farnesio. Tras permanecer en un convento durante 2 años, residió el resto de su vida en el Palacio Luxemburgo, en París. Allí falleció a los 32 años en el verano de 1742. Antes había armado algunos de sus típicos escándalos.
