Opinión

Liderazgo fuerte y mano dura

Por: Juan Carlos Liendo O’Connor

La reciente encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) – mayo 2025 – presenta la innegable evidencia respecto al profundo hartazgo contra el sistema político. Según el IEP, “el 88% de la población se siente insatisfecha con la democracia en el país”, un síntoma claro de frustración con el gobierno de Boluarte y con un Congreso cuestionado. Este descontento se expresa en el grito “¡Que se vayan todos!” que resuena en las calles.

En las redes sociales también se refleja este clamor de cambio. Muchos usuarios en X exigen un presidente que enfrente con firmeza el imparable avance del crimen y de la corrupción con firmeza, sensatez y sin los vicios de la vieja política. Surge así la aspiración de un liderazgo honesto y eficaz, cercano a la gente. El hartazgo por los escándalos políticos ha despertado una fuerte demanda de ética pública: los peruanos quieren ver un gobierno serio, con gente capacitada que no confunda autoridad con autoritarismo y menos con licencia para la corrupción.

La seguridad de los peruanos sigue siendo la preocupación apremiante. En la misma encuesta 56% de la población considera que la presidente es responsable de la inseguridad, el 92% no confía en el Congreso, el 83% lo mismo del Ministerio del Interior (PNP) y el 78% del Ministerio Público; mientras un 62% prefiere un estado de mano dura. Más allá de lo cuestionable y lo desprestigiadas con que se toman las encuestas, la realidad muestra que la población quiere “un liderazgo fuerte, dispuesto a actuar con mano dura para poner orden”. El escenario electoral de 2026 se presenta sumamente fragmentado. Con alrededor de 50 partidos inscritos y cerca de 10.000 candidatos en contienda, muchos votantes consideran a la mayoría como “más de lo mismo” lo cual alimenta la desconfianza contra el sistema.

Entre el hartazgo y la indiferencia; entre la torpe lógica de que “el pueblo no sabe votar” y el ¡“que se vayan todos”! el inevitable cuestionamiento colectivo, la realidad refleja un potente componente de electores más exigentes.

En este contexto renace la esperanza de cambiar el rumbo político; si es posible elegir bien y obtener mejores autoridades políticas, un mejor presidente, un mejor Congreso, si y sólo sí podemos transformarnos en mejores electores. Para recuperar la confianza y mejorar nuestro proyecto de país se necesita comprometernos con la importancia y seriedad que debe tener nuestro voto, sólo así se podrá renovar la política con integridad y eficiencia y así el voto mostrará su valor como instrumento de cambio. El desafío es grande, pero la consigna de millones de peruanos es clara: necesitamos un “liderazgo fuerte y mano dura” para dar ese paso transformador.

(*) Exdirector Nacional de Inteligencia (DINI).

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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