Opinión

Le ordenaron “¡tírate!” Y se tiró. “¡lee!” Y leyó

Por: Fernando Cillóniz Benavides

A Pedro Castillo el cinismo le venía de atrás. Desde el año 2017, cuando siendo dirigente sindical, lideró la famosa huelga magisterial que malogró injustamente el año lectivo de millones de niños y jóvenes escolares en todo el territorio nacional.

En aquella oportunidad, Castillo se hizo famoso por el recordado “¡tírate!” … y se tiró. Se tiró al suelo para simular una agresión policial inexistente. O sea, cinismo total.

No obstante, su actuación en el reciente intento de Golpe de Estado superó todas las expectativas. “No recuerdo nada del mensaje golpista”, “Me drogaron para que leyera el mensaje”, “Me apuntaron con una pistola”. Todo eso ha dicho cínicamente para defender lo indefendible.

Lo bueno es que todo le salió al revés. Tanto que ahora está en la cárcel. En tal sentido, el Poder Judicial debe procesarlo y castigarlo como corresponda. ¿Cuántos años pasará en prisión? Pues los que merezca un vil aprendiz de tirano, capturado en flagrancia por sedición, corrupción y ladrón.

Lo cierto es que ¡Castillo está en la cárcel! ¡Cómo no valorar y agradecer a las instituciones tutelares del Estado (Congreso, FF.AA. y Policiales, Fiscalía, Poder Judicial, TC, entre otras), las cuales respondieron ejemplarmente frente al pretendido Golpe de Estado!

Los bloqueos de carreteras y actos vandálicos recientes son consecuencia de la caída de Castillo. Ante ello pregunto: ¿se podía esperar otra reacción de ese 20, 25 o 30% de peruanos que lo respaldaban? ¿Acaso el narcotráfico, la minería ilegal y los políticos y empresarios corruptos no pierden con la caída de Castillo? ¡Claro que sí! Ahora, vacado y preso Castillo, el desafío es vencer a los vándalos.

Obviamente, debemos lamentar las cuantiosas pérdidas humanas y patrimoniales. ¡Cómo no lamentar las muertes y heridos! ¡Cómo no llorar la muerte de aquellos bebes que quedaron atrapados en los bloqueos! ¡Cómo no deplorar que millones de peruanos hayan perdido sus salarios, por no poder llegar a sus centros de trabajo! ¡Cuánta carga podrida y perdida por los bloqueos! ¿A cuánto ascenderán los daños a las instalaciones saqueadas y destruidas por los vándalos?

Sin embargo, las fuerzas del orden están haciendo todo lo posible para dominar al monstruo, ¿cómo no apoyarlos y agradecerles por jugarse la vida por nosotros? Qué tiernas aquellas escenas de la gente maravillosa entregando galletas y gaseosas a los policías y soldados. Un aplauso para todos ellos.

A lo que quiero llegar es que debemos ver el vaso medio lleno. Después de la caída de Castillo, los peruanos, en su mayoría, hemos demostrado que repudiamos el cinismo, la corrupción y la sinvergüencería. Y eso es bueno… muy bueno.

Y es bueno también – extraordinario – que aquel sinvergüenza al que le ordenaron “¡tírate!” y se tiró, “¡lee!” y leyó, no sea nunca más presidente del Perú.

(*) Ex presidente regional de Ica

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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