Opinión

La importancia del reconocimiento del mérito (I)

Por: Iván Pedro Guevara Vásquez

En democracia todos somos iguales ante la ley. En democracia no hay personas de primera ni de segunda categoría. No hay reyes ni príncipes, sino ciudadanos con iguales derechos y libertades. Cuando se es funcionario público, como juez o miembro de la Junta Nacional de Justicia por ejemplo, no es que se tenga más derechos -ni menos por cierto-, pues lo único que se amplía son las atribuciones y facultades propias de la función, con su correlato dialéctico de deberes y responsabilidades de carácter funcional.

En ese sentido, no existen en democracia “ciudadanos comunes y corrientes”, pues los ciudadanos tienen un conjunto de derechos y acciones que pueden hacer valer ante los tribunales del sistema de justicia, ya sea de manera individual o en forma conjunta cuando se reúnen en asociaciones y colectivos de personas.

En democracia, como principio general, todos tenemos el derecho de elegir y de ser elegidos a los más altos cargos del Estado, como son por ejemplo los cargos de congresistas y de presidente de la República. Todos tenemos el derecho de participar activamente en la vida política de la Nación. No existen “NN” en democracia.

Ese punto de partida está basado sustancialmente en libertades. Yendo al nivel de las precisiones, el derecho de elegir es intrínseco a la condición de ser humano que cumple la mayoría de edad para poder votar en elecciones generales, regionales o municipales, estando inscrito en el registro electoral. En cambio, el derecho de ser elegidos diputados o senadores, por ejemplo, ya requiere de determinados rangos específicos de edad, diferenciados, en donde la edad mínima para ser senador de la República será claramente mayor que la edad para ser diputado de la República, bajo la idea de un circunspecto senado político, más reflexivo y experimentado que la cámara de diputados.

Y la institución política del sufragio universal electoral a su vez está basada en el mérito de los que van a ser elegidos en concreto para determinado cargo del Estado, pues el sufragio históricamente se dio en la Grecia antigua para elegir a los que están más preparados y/o ser más idóneos para gobernar los destinos de una comunidad. La idea fundacional de la democracia no era, bajo ningún punto de vista, elegir a los peores, sino más bien a los mejores.

En esa medida, por razones de supervivencia y de desarrollo de los pueblos se debe elegir a los mejores.

(*) Miembro suplente de la Junta Nacional de Justicia.

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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