Opinión

La deficiente lucha contra el COVID-19

EDITORIAL

En China, con más de mil 400 millones de habitantes, ayer -28 de abril- se reportaron solo 29 contagios de coronavirus, todos importados de otros países. En Perú, con 32 millones de habitantes, los contagios diarios pasan de 10 mil y solo los fallecimientos bordean los 400 también al día. ¿Habrán analizado el ministro de Salud y su equipo de asesores, especialistas y consejeros por qué en China, donde empezó el virus y siendo un país con una población tan grande, pudieron controlar la pandemia? Todo indica que no se han dado ese trabajo, pues las medidas aplicadas por el Gobierno hasta ahora han resultado un estrepitoso fracaso.

En setiembre del 2020, cuando la pandemia en China estaba en sus picos más altos, un equipo del hospital de Suizhou se dio cuenta de que de 276 pacientes de COVID-19, atendidos en un período de 47 días, solo 16 de ellos (menos del 6 por ciento) padecían miopía. Los especialistas llegaron a la conclusión de que las gafas o lentes sí protegen contra el virus y por ello recomendaron su uso.

Ocurre que este nuevo tipo de coronavirus no solo se contagia a través de la boca y la nariz, sino también por los ojos debido a que el virus podría ingresar al cuerpo por las membranas mucosas que cubren la parte blanca de nuestros ojos, como lo señala el doctor John Brooks, director médico de respuesta al COVID-19 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos.

Esa explicación, por ejemplo, la podría dar el ministro Óscar Ugarte o algunos de sus especialistas, que sabemos son muchos, para reforzar el uso de protectores faciales en los mercados, supermercados y otros lugares de gran afluencia de público. Sin embargo, nadie lo hace.

Las recomendaciones, muy limitadas, generales e imprecisas, las da principalmente la premier Violeta Bermúdez, cuya elocuencia y capacidad de llegar al público a través de la palabra son muy limitadas, algo que ocurre con el propio presidente Francisco Sagasti. El político debe expresarse con convicción e inspirar confianza, seguridad. Pero en este gobierno, lamentablemente, no hay autoridades con esas características.

La lucha contra el COVID depende mucho de la atención de los pacientes y la vacuna, pero también del control del contagio en la calle, en los bancos, en los mercados, en los medios de transporte y otros lugares de alta conglomeración de personas. Por ello, se requiere aplicar medidas que sean el resultado del análisis de la conducta de las personas, sus hábitos, costumbres y usos. Esto implica la participación de sociólogos, antropólogos, psicólogos y otros especialistas para obtener conclusiones y diseñar medidas efectivas. Pero parece que este aspecto ni siquiera es tenido en cuenta por el Gobierno. La prueba de ello está en las cifras, que son de terror.

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