
“Filia” es una palabra que significa afición o amor a algo. Su antónimo “fobia” significa aversión, asco o repulsión.
Habiendo hecho la introducción lingüística, el Ministerio Público (y el sistema de justicia, en general) es “delictofílico” y “ciudadanofóbico”. Es decir, ama a los delincuentes y repudia a los ciudadanos. O sea, el mundo al revés.
Veamos por qué. Desde que asumí el Gobierno Regional de Ica (en enero de 2015) empecé a conocer – en carne propia – el inframundo del sistema nacional de justicia de nuestro país. No había pasado ni una semana en el cargo, y ya tenía mi primera denuncia “por malversación de fondos”. O sea, apenas asumí mi función de gobernador regional – para el común de la gente – yo ya era un delincuente.
Esa absurda denuncia (yo jamás podría haber malversado fondos incurridos en dicha ceremonia, puesto que aún no era gobernador en funciones) fue acogida por el Ministerio Público de Ica, y tomó más de seis años de audiencias, peritajes contables y declaraciones para lograr su archivamiento definitivo. Así empezó mi experiencia política en el Gobierno Regional de Ica, durante el período 2015 / 2018, a la cual siguieron unas 60 o 70 denuncias – igualmente maliciosas – más.
Efectivamente, mis 60 o 70 denunciantes fueron personajes muy corruptos: médicos que abandonaban los hospitales en horario de trabajo, funcionarios coimeros de la Dirección Regional de Transportes (Dinámicos del Centro hay en todo el país), docentes violadores de jóvenes estudiantes, “profesionales” con títulos académicos falsos, funcionarios que rendían cuenta de gastos con facturas falsas, etcétera
A lo que quiero llegar, es que el Ministerio Público acogió TODAS las denuncias penales en mi contra. ¿Por qué no depuró las denuncias que – claramente – eran maliciosas? ¿Por qué no indagó – preliminarmente – los antecedentes de mis denunciantes? No decían los magistrados – rasgándose las vestiduras – todo ciudadano tiene derecho a recurrir al Ministerio Público para su defensa.
¡Falso! ¡Todo el mundo lo sabe! La corrupción está enquistada en el Ministerio Público – y en el Poder Judicial – y para esa gente ¡bienvenidas las denuncias! … por más absurdas que sean. ¡Negocios son negocios! ¡Hipócritas! ¡Cuánta marmaja se mueve bajo las mesas del sistema de justicia peruano! ¡Millones! ¿Miedo o corrupción? Yo diría que ambos. Salvo muy contadas y honrosas excepciones, los fiscales y jueces de nuestro país tienen miedo a los delincuentes y / o están de su lado… dolosamente.
CONCLUSIÓN: El Ministerio Público – y el Poder Judicial – son “delictofílicos” y “ciudadanofóbicos”. Es decir, aman a los delincuentes y repudian a los ciudadanos.
Borrón y cuenta nueva. ¡Me sumo a la propuesta de muchos peruanos de bien, que proponen un borrón y cuenta nueva, para corregir el fracaso estrepitoso del sistema de justicia de nuestro país!
(*) Exgobernador regional de Ica
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