Opinión

Vaquemos a Pedro Castillo y salvemos al Perú

Por: Omar Chehade Moya

Tanto la vacancia presidencial como la disolución del Congreso por parte del jefe de Estado son mecanismos constitucionales como parte del equilibrio de poderes. Evita que un poder del estado no sea devorado por otro. Ningún ciudadano deberá sentirse aterrorizado si se produce cualquiera de las dos circunstancias por más extremas que puedan parecer.

Cuando se produce una situación política intolerable en la que el idealismo de la cohabitación política entre Legislativo y Ejecutivo es una completa utopía, y más bien hay un serio peligro para la democracia, por culpa de uno o de ambos poderes, entonces, la vacancia o la disolución parlamentaria se torna una medida constitucional atinada. La vacancia presidencial o la disolución del Congreso son mecanismos constitucionales que se deben aplicar para evitar la ruptura del sistema político democrático e impedir el colapso de la nación.

Cuando uno de los dos poderes del estado infringe permanentemente la Constitución y las leyes y se pone al margen de la ley, una vacancia presidencial, por ejemplo, no solo resulta una medida atinada, sino necesaria y obligatoria, que además puede resolver una crisis política de tal magnitud que podría desencadenar el estallido de una guerra civil, anarquía, derramamiento de sangre, y una economía de guerra colapsada. Cuando hace un año vacamos en el Congreso al perverso embustero de Martín Vizcarra por incapacidad moral (el tiempo nos daría la razón), evitamos no solo más enfrentamientos entre el Parlamento y el Ejecutivo en plena pandemia, sino que aseguramos la paz en el país y la compra rápida de las vacunas y sistemas de contención sanitaria, que el tartufo presidente se había encargado de torpedear haciendo ilícitos negociados para beneficio personal. Con dicha vacancia presidencial impedimos más muertes y sufrimientos en el país.

En la actualidad estamos gobernados no solo por comunistas, filo senderistas, admiradores de Abimael, o con pasado cercano a grupos subversivos, sino también por incompetentes y por una gavilla de delincuentes (salvo honrosas excepciones). Hoy, para ser ministro de Estado o alto funcionario del gobierno de Castillo ya no hace falta buen curriculum, sino prontuario. Ser ex guerrillero, condenado por apología del terrorismo, estafa, homicidio, robo o abigeato. Como diría el famoso tango CAMBALACHE: “da lo mismo un burro que un gran profesor”.

El país se está yendo directamente al despeñadero, al abismo político y económico. No tengo la menor duda de ello. Todo el crecimiento de los últimos veinte años, se arroja al tacho de basura por culpa de un puñado de comunistas que quieren refundar la república. Creen que con ellos comienza la hora cero, el año cero a partir del 28 de julio pasado, puro revisionismo dictatorial comunista. La vacancia por incapacidad moral es un juicio político. (el impechment) y por ello hay sobradas razones para vacar a Pedro Castillo, no solo por ignorante, sino porque con su banda y sombrero intenta cubanizar, bolivianizar, venezolanizar o nicaraguizar el Perú. Estamos en manos del Congreso, esperamos su virilidad para tomar decisiones republicanas, como la tomamos nosotros hace un año vacando a un presidente inmoral y delincuente. Mientras más rápido mejor. Cada día que pasa al Perú le cuesta sangre, sudor y lágrimas.

(*) Ex vicepresidente y ex Congresista de la República

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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