Opinión

¿Dónde radica el poder en el Perú de hoy? A propósito de la elección del nuevo TC

Por: Ángel Delgado Silva

La elección de los miembros del Tribunal Constitucional debiera ser un trámite, como lo es la selección de los integrantes del Directorio del Banco Central de Reserva. En ambos casos interviene el Congreso y, por cierto, el carácter político de la decisión no riñe con los requisitos de solvencia profesional y ética de los designados. Empero, mientras que para el BCR los nombramientos son un ritual apacible, que se cumple sin dramas cada cinco años, para el TC son un parto tormentoso, pletórico de tensiones y fuera de plazo, casi siempre.

Por eso no debería asombrarnos la insólita reacción desatada contra el voto congresal que eligió a los seis nuevos tribunos. Sin embargo, la virulencia de los detractores, su histerismo argumental y sus desleales maniobras (frustrar la instalación mediante el Poder Judicial o propiciar la injerencia foránea de la CIDH), demanda una explicación adicional a la simple inercia de las cosas.

Años atrás el Supremo Interprete de la Constitución fue secuestrado por una mayoría espuria (engañó a los congresistas de entonces escondiendo su garra neocomunista-caviar). Y en vez de velar por la constitucionalidad de las leyes y dirimir los conflictos entre los poderes públicos, puso al TC al servicio de las tropelías autoritarias del régimen lagarto Vizcarra-Sagasti.

Con el tiempo se evidenciará la bastardía de sus sentencias. Esas que legitimaron la quiebra de las bancadas parlamentarias, el menoscabo del Congreso merced a una ilimitada cuestión de confianza privilegio del Gobierno, la contrarreforma electoral anti-partido en detrimento de la transparencia, y el epítome: el cierre inconstitucional del Parlamento mediante una hedionda “denegación fáctica”.

Este rol antidemocrático de un TC prisionero explica la militante renuencia a dejar los cargos, pese al mandato vencido por varios años. Nos permite entender igualmente la disolución del Congreso el 2019, impidiendo la renovación del Tribunal y la manipulación de Sagasti, a través de una jueza supernumeraria, para bloquear, otra vez, al nuevo Parlamento a inicios del 2021. Y finalmente el por qué la desesperación actual, al confiar que no habría votos para rescatar al TC.

La captura de TC para fines perversos saca a luz la estrategia de poder de los caviares. No tientan una representación en el Congreso, participando en la lid electoral con su partido. Prefieren infiltrarse en los organismos jurisdiccionales y convertirlos en trincheras de combate contra sus adversarios. Hemos visto su deletérea actuación en la Fiscalía y la Judicatura; como coparon la Junta Nacional de Justicia; y el fraude desde el JNE y la ONPE. Ciertamente les duele muchísimo perder el TC. ¡Entonces hay, republicanos y demócratas, muchísimo qué hacer para recuperar al Perú!

(*) Constitucionalista

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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