Opinión

Javier Valle Riestra: abogado y parlamentario

Por: Víctor A. García Belaunde

Trataremos de resumir la prolífica vida de Javier Valle Riestra en tan poco espacio, quien falleció el 6 de julio último a los 92 años, caracterizando su derrotero a una entrega total en la defensa de la Constitución y los Derechos Humanos, base fundamental de su existencia.

Inició su vida política en el APRA, a la cual renunció para acoplarse a una de sus escisiones más radicales liderada por Luis de la Puente Uceda, que al tornarse violento decidió volver al APRA y postuló por la coalición APRA-UNO en 1963 a regidor en la Municipalidad de Lima y fue reelecto. Sobre este episodio se le recuerda la frase: “es muy difícil ser aprista, pero más difícil es dejar de serlo”.

En 1969 se producen las expropiaciones de la reforma agraria, las cuentas y activos de la hacienda Pucalá se encontraban en el extranjero siendo sus dueños la familia Pardo. Javier estaba casado con María Teresa Pardo Vargas quien era dueña de un porcentaje de Pucalá y en una hábil maniobra económica logran hacerse del dinero y repartido entre todos sus socios sin que sea tomado en cuenta el Estado. Ante esa situación la dictadura militar persigue a Valle Riestra y pide su extradición que fue denegada y se nacionaliza español.

En el inicio de la década del 70 integra el Colegio de Abogados de Madrid y en 1974 defiende a los deudos de la señora Manuela Freundt Rossell de Marrou, madre de la esposa de Kiko Ledgard quien fuera asesinada por Amado Granell M. Después regresa al Perú en 1976 al levantarse todos los cargos que le infligió la dictadura velasquista, postulando en 1978 a la Asamblea Constituyente donde brilló por su verbo y desarrolló su ideario.

Diputado en 1980; senador en 1985 y 1990 y congresista en 2006 perfiló un estilo que con sus posiciones y señalamientos se le decía “el tribuno” o “el jacobino”. No habrá sido muy exacto en sus disertaciones históricas pero la vehemencia y la oratoria de Javier hicieron de él un referente y consultor.

Tuvo momentos controversiales, su paso por el premierato de Fujimori lo marcó mermando su prestigio democrático acumulado a lo largo de los años, para después llamar a Fujimori “nipón antidemocrático y hombre dispuesto a destruir las instituciones republicanas”. Se suma el vladivideo que aparece con Oscar Santander, a manera de recibir instrucciones de Montesinos para el ejercicio de su premierato (15/6/1998) opinando sobre la posibilidad del referéndum por la ley de interpretación auténtica, Fernando Rospigliosi, Delia Revoredo y otros.

Una nueva dispensa, esta vez de Alan García le permitió regresar al parlamento al cual intentó renunciar, a sabiendas que violaba el precepto básico de la irrenunciablidad del cargo de congresista. Con una acción ante el Poder Judicial dio inicio a lo que hoy llamamos el desbalance de poderes porque quería que otro poder del Estado le ordene al Congreso que es soberano, su derecho a renuncia. Defensor del terrorista Polay Campos, le prestó su apoyo al firmar la demanda contra el estado peruano. Defendió a Ollanta Humala, propuso a Nadine Heredia a la presidencia de la República y amnistía a los responsables del “andahuaylazo”.

Por algunas de estas controversias oí decir a Alfonso Benavides Correa (a quien Ja- vier lo consideraba su maestro) que “Javier es como esos arqueros que salen con la pelota desde su área, se lleva al delantero contrario y al mediocampo, las tribunas estallan ante la vistosidad y pericia de ese arquero que también se lleva la defensa y hasta le hace un túnel al arquero contrario, y justo allí, en el momento que está solo frente al arco patea la pelota a las tribunas”.

No obstante, las distancias ideológicas siempre tuve una amistad cordial y en un debate en 2009 relativo a los viajes del presidente de la república publicamos desde nuestras posiciones la historia y el derecho sobre esa materia constitucional lo que más adelante me llevó a escribir “El Expediente Prado”, texto al que Javier calificó de: “extraordinario libro” y que “es un trabajo erudito digno de la pluma de su abuelo Víctor Andrés Belaunde”. ¡Descansa en paz Javier!

(*) Abogado y excongresista

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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