Opinión

Inteligencia policial, el camino

Por: Martín Valdivia Rodríguez

La terrible ola criminal no es una sensación, una percepción subjetiva, una imagen etérea producto de la imaginación y la exageración, sino una triste, dramática y angustiante realidad, objetiva, patente, demostrada con evidencias, con hechos, con cifras, con sangre derramada y con muertes. Por eso, de ninguna manera se podrá luchar contra la ola criminal dando discursos con voz altisonante, lanzando amenazas a los delincuentes y dando arengas que rimen como si fueran versos. Todo eso se lo lleva el viento y demuestra todo lo contrario a un trabajo eficiente.

El combate contra el crimen tampoco puede estar supeditado a operativos sorpresa en cantinas de mala muerte ni en supuestos búnkeres, en los cuales se detiene, por si las moscas, a todos los concurrentes para ver si, por suerte, uno de ellos resulta con requisitoria o presuntamente integra una organización criminal. Un claro ejemplo de esta situación se dio en Lurín, donde detuvieron a 84 personas, pero al día siguiente soltaron a casi todos porque eran simples asistentes y no tenían relación con la delincuencia.

Los gigantescos operativos interdistritales, batidas de vehículos y vigilancia de calles, parques y puentes pueden ayudar en algo y servir para la foto, pero no serán determinantes para vencer al crimen organizado, a las grandes bandas de delincuentes cuyos cabecillas tienen guardaespaldas, equipos de abogados a su disposición, “soplones” y tentáculos en la Policía Nacional, el Ministerio Público, el Poder Judicial y posiblemente hasta en el Congreso.

La lucha contra el crimen precisa, fundamentalmente, de ese recurso llamado inteligencia policial, que se fundamenta en el uso de la materia gris, esa sustancia responsable de muchas de las funciones cognitivas superiores que caracterizan a los humanos, como la abstracción, la deducción, la inferencia, la síntesis, la conclusión.

La inteligencia policial, que se basa fundamentalmente en el espionaje, seguimiento e intervención, es una estrategia que requiere de un análisis cuidadoso de los factores de un fenómeno social como es la delincuencia. Eso es lo que, precisamente, hizo el GEIN para capturar a Abimael Guzmán y acabar con Sendero Luminoso. Los detectives realizaron una minuciosa y paciente investigación, llegaron a saber hasta qué medicinas necesitaba, sus gustos musicales, qué licores tomaba y qué marca de cigarrillos fumaba el cabecilla de la organización terrorista.

Ese tipo de trabajo tiene que hacerse en secreto, sin pantomimas, ni fotos ni discursos para ganar titulares en los medios. Solo ese camino dará resultados positivos que llevarán al éxito.Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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