Opinión

Guerra de precios

Por: Alberto Bajak

Donald Trump empoderado con su avasalladora victoria electoral, aplastó sin miramientos al rojerío norteamericano dejándolo al borde de la parálisis, y busca ahora establecer una guerra financiera, imponiendo aranceles altos para Estados Unidos mediante la imposición tributaria, en la cual no retrocederá.

El triunvirato socialistón México, Canadá y China, devolverá el certero golpe, pero ciertamente será irrelevante y banal frente a la estrategia económica norteamericana. Sabemos que Trump es un extraordinario negociador. Por demolición noquea fulminantemente al rival. Es un karateca brillante, que antes de empezar la lid, envía mazazos mortales que impiden reacciones adversariales.

Por eso, es que Kim Jong Um, se comporta como un gatito ronronero a su lado y el halcón Putin, sabe que es un rival temible, inflexible, inquebrantable, pero leal y confiable. Y China acusa a la Casa Blanca de “chantaje” por la subida de aranceles.

Trump es proteccionista a ultranza, y lo hace fundamentalmente, para proteger su producción de toda competencia extranjera, generalmente china, que inunda y arrasa mercados sin importarle un carrizo, la producción nacional.

Cuando un país impone mayores tributos o gravámenes, busca ejercer presión económica y política sobre el país destinatario. Y eso pretende Trump, la dominación económica. Sin embargo, estas radicales medidas suelen desencadenar movimientos telúricos financieros, como por ejemplo la caída del bitcoin y todas las criptomonedas.

El regreso de Trump a Washington, concentra estratégicamente dos vigas maestras. La primera el lado protector, que prioriza a USA, sobre cualquier otra nación.

La segunda, establece la convicción política de erradicar la filantropía y poner un freno al supuesto abuso internacional. Según su lógica empresarial, casi todos los acuerdos beneficiaban largamente a las economías extranjeras en detrimento de la norteamericana. Por ello, la comunista mexicana Sheinbaum, la marioneta de AMLO y enemiga del Perú, no puede hacer absolutamente nada al respecto y solo le queda llorar al rio. El problema de esto es que los consumidores terminarán pagando el costo a través de una mayor inflación.

Y la inflación no ha terminado para Estados Unidos. Al contrario, a pesar de todos los intentos, se avizoran tiempos difíciles que estamos anunciando, por la data macroeconómica.

(*) Analista político.

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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