En los últimos días el presidente Castillo ha insistido en asegurar que, durante la campaña y ya en el ejercicio del Gobierno, no ha existido la intención de cambiar la Constitución, dejando eso, en todo caso, a criterio de los ciudadanos.
Sobre eso, habría que hacer dos precisiones: la primera es que la propuesta del partido de Gobierno, fórmula que presidió el señor Castillo, fue y sigue siendo muy clara, ellos han pretendido y pretender cambiar la estructura política, social y cultural del país a través de una Asamblea Constituyente, mecanismo que está vedado por la Constitución. Sin embargo, ahora, aparentemente, la estrategia estaría dirigida a plantearla como una exigencia de los pueblos del Perú, situación que desmienten las encuestas y los comentarios que se tejen en la vida cotidiana.
Pero, más allá de esta situación que no es clara y sigue siendo grave, lo importante es que los ciudadanos del Perú tenemos evidencia de que este Gobierno tiene una entraña muy peligrosa pues en estos pocos meses de funciones se han manifestado grandes actos de corrupción que no están siendo debidamente combatidos entre otras cosas, por la ineficacia de la Fiscalía de la Nación y la forma lerda y lenta con la que viene actuando la Contraloría General de la República.
Hay que señalar, además, de que no queda duda de la falta de eficiencia, de actitudes, de habilidades por parte del presidente Castillo para dirigir la nación y, sobre todo, de rodearse de gente competente, de personas que no tengan ningún pasado deslustrado. La corrupción, la inseguridad ciudadana, la abdicación en la lucha contra el narcotráfico, la inserción de grupos vinculados con el terrorismo, son hoy las preocupaciones centrales de los ciudadanos, sin dejar de lado que esa ineficacia gubernamental no llega y, aparentemente no resolverá el problema económico o la falta de empleo.
En suma, no se resolverán los grandes problemas del país; el Perú no puede esperar cuatro años y medio en el páramo gubernamental, el país necesita salir del entrampamiento político, social y económico en el que se encuentra. Y eso pasa por la vacancia, por la acusación constitucional o por la renuncia exigida por los ciudadanos en las calles. Logremos recuperar primero el signo de esperanza que es tan importante a los pueblos y, en segundo lugar, restablecer el principio de gobernabilidad que es la única forma en la que los Estados pueden alejarse de lo que se conoce como los estados fallidos.
(*) Expresidente del Tribunal Constitucional
(*) Exministro de Justicia
(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.
