
La Copa América y la Eurocopa nos están demostrando que hay dos componentes indispensables para un mejor rendimiento en los equipos de fútbol: experiencia y juventud. Esta relación complementaria también se da en muchas otras actividades, como la política. “En los ojos del joven arde la llama; en los del viejo, brilla la luz”, decía Víctor Hugo. Y tenía razón. Son necesarias las dos, la experiencia y la juventud.
Ante el vertiginoso avance tecnológico y con la galopante era digital que tiende a automatizarlo casi todo, se pretende dejar de lado el pensamiento reflexivo y el conocimiento amplio y profundo, que requiere de tiempo, para reemplazarlo por la automatización, el atajo y la brevedad de presionar algunas teclas. Sin embargo, los hechos están demostrando que las técnicas antiguas, los procedimientos tradicionales, siguen siendo útiles y necesarios.
Una refuerza a la otra y se complementan. La experiencia tiene el peso de la paciencia y la sabiduría, mientras que la juventud posee la fuerza, el empuje y el atrevimiento. Por lo tanto, las dos son necesarias para el éxito en la política. Por eso, Leonardo Da Vinci decía que “el buen juicio nace de la buena inteligencia y la buena inteligencia deriva de la razón, sacada de las buenas reglas; y las buenas reglas son hijas de la buena experiencia: madre común de todas las ciencias y las artes”. Pero Georges Bernanos también tenía razón cuando afirmaba que “es la fiebre de la juventud lo que mantiene al resto del mundo a la temperatura normal”.
Cuando empezaron su función en el actual Congreso de la República, la mayoría de los parlamentarios eran jóvenes en edad o novatos en experiencia política, al menos en el sector público, que es una cosa muy diferente a los círculos dirigenciales. Han pasado cerca de tres años de aquel entonces y esa gran mayoría de legisladores jóvenes o novatos en política ha llevado al Parlamento Nacional a niveles de desprestigio históricos. Según la última encuesta de CPI, el nivel de la aprobación del Congreso llegó a 4.1 %, mientras que un 93 % lo desaprueba.
En las elecciones generales del 2026 se deberá elegir a 130 diputados y 60 senadores. Los candidatos a diputados deberán haber cumplido los 25 años de edad al momento de la postulación, y a senadores, 45 años. Es decir, la juventud estará principalmente en la Cámara de Diputados, mientras que la experiencia, en el Senado. Los actuales congresistas podrán ser candidatos. ¿Hay parlamentarios que merecen ser reelegidos? Otro tema para el debate que merece un riguroso análisis. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.