Opinión

¡Europa… Europa… Europa!

Por: Ángel Delgado Silva

El rapto de Europa, famoso mito griego de la Antigüedad acerca de aquella princesa de origen fenicio, cuya belleza tanto embelesó a Zeus que para seducirla se convirtió en un hermoso toro blanco para montar, tras lo cual el dios emprendió rápida fuga por el mar, hasta la isla de Creta, es el relato que inspira esta reflexión sobre el Viejo Continente, en las circunstancias actuales.

La época que se fragua en el calor de la presente crisis mundial, puede dislocar a Europa como actor internacional. Es decir, abandonar el papel cortesano asumido después de la Segunda Guerra, beneficiándose de la hegemonía de EE.UU., cosa que le permitió desarrollo y bienestar primermundista, sin los costos de su mantenimiento y defensa. El Zeus americano ejercía esta responsabilidad, en tanto Europa cautiva elevaba el nivel de vida y cultural de sus habitantes. Al mismo tiempo ensayaba una diplomacia blanda, promocionando la democracia, los DD.HH. y el medio ambiente, por todo el orbe. ¡El reino de Alicia!

Empero, tan idílico escenario sólo vivió en el imaginario. En el fondo la postura europea era similar al sacerdote que justificaba evangélicamente la brutal agresión del conquistador. En la reciente guerra de Ucrania, USA buscaba objetivos geopolíticos y minerales raros, mientras Europa pretendía implantar sus valores para sustraerla de la órbita “asiática”. Es decir, la complementariedad perfecta de igual acción imperial.

Mas todo acabó cuando Donald TRUMP, consciente de la debilidad y las brechas fiscales de su país, se negó a seguir financiando a esta Europa raptada. Le exige, entonces, que cubra los gastos de su propia defensa y pague lo justo por los productos que comercializan. Para USA será mejor entenderse con Rusia, incluso sobre las tierras raras, que despilfarrar miríadas de dólares en un conflicto inacabable, por el capricho de Bruselas de “europeizar a Ucrania”.

Inconsciente de su rapto, Europa enloquece por la tregua que propone Washington y acuerda rearmarse (3% de PBI por país hasta alcanzar 800 mil millones de euros) y continuar la guerra “hasta el último ucraniano”, con sarcasmo. Esta insensatez omite la gravísima crisis energética, por el cierre del gas ruso, que ha desplomado su economía, así como la nueva política arancelaria que pulverizará el bienestar europeo. Y, lo más importante, la legitimidad de la Unión Europea está en total deterioro. Los partidos llamados euroescépticos crecen inexorablemente contra la coalición guerrerista europea. Está cerca el día que cambie la correlación de fuerzas o que el proyecto se descalabre. En el universo que adviene Europa ya no tendrá los privilegios de raptada. O se yergue como antaño. O vivirá una nueva “Edad Oscura” cuando cayó Roma.

(*) Abogado constitucionalista.

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ver también
Cerrar
Botón volver arriba