Opinión

Estado de Emergencia: La solución mágica que nada soluciona

Por: Juan Carlos Liendo O’Connor

El “Estado de Emergencia” en el Perú, concebido constitucionalmente como un régimen de excepción para situaciones críticas, se ha convertido en una muleta perpetua de gestión pública. Lo que debería ser una herramienta de última instancia para restaurar el orden frente a la violencia extrema, situaciones inesperadas de crisis, para hacer frente a desastres o calamidades producto de fenómenos naturales súbitos e imprevistos, en un área específica y con recursos adecuados y objetivos claros, concretos, alcanzables en un tiempo razonable, ahora es el comodín favorito de los políticos para tratar de ocultar su incompetencia. ¿Delincuencia? Estado de Emergencia. ¿Secuestro y Extorsión? Estado de Emergencia. ¿Migraciones Masivas, Estado de Emergencia? ¿Crimen organizado? Estado de Emergencia. ¿Protestas sociales? Estado de Emergencia. Parece ser la solución a todo… excepto para lo que realmente importa.

El problema no es solo el uso indiscriminado de esta medida, sino su absoluta ineficacia. ¿Por qué? Porque no hay estrategia, no hay un plan coherente, y mucho menos una asignación de recursos que respalde la declaración. La policía, desbordada por la delincuencia y el crimen organizado, no tiene la capacidad operativa ni logística para enfrentar estos problemas con o sin emergencia. Entonces, ¿cuál es el propósito de declararlo una y otra vez? ¿Sólo generar la percepción de que hace algo, mientras no se hace nada?

Aún más grave es que el Consejo de Seguridad Nacional, el organismo encargado de diseñar los objetivos, la organización y los recursos, los responsables y las prioridades en situaciones de crisis, ni siquiera es convocado en la mayoría de los casos. Parece que lo último que les interesa a las autoridades es la planificación y menos aún hacerse responsables. En su lugar, simplemente emiten decretos que ponen a las Fuerzas Armadas en la primera línea de batalla, sin ninguna directriz clara. Los militares, haciendo manifestación evidente del “cumplimiento” de órdenes se limitan a colocar a jóvenes soldados con armas de guerra para la foto de los diarios mientras terminan desgastándose y enfrentando la creciente frustración y hartazgo de la población, que ve en ellos sólo una pantomima de la solución.

Mientras los jueces declaran que no acatarán las leyes que aprueba el Congreso, mientras el Tribunal Constitucional se asemeja a la corte de “tres patines”, el “Estado de Emergencia” es, en esencia, la excusa perfecta para la incompetencia política. Mientras se multiplican las declaraciones de emergencia, los ciudadanos siguen sufriendo los embates de la criminalidad. Y, lo peor de todo, esta medida desgasta no solo a las instituciones, sino a la propia democracia. Al final, “El Estado de Emergencia, es la solución mágica que nada soluciona. ¡Qué gran estrategia!

(*) Exdirector Nacional de Inteligencia (DINI).

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