Opinión

En carne propia

Por: Francisco Diez-Canseco Távara

Ayer pude percibir en carne propia, en el lapso de 60 minutos, los diversos alcances de la ola criminal que envuelve a nuestro país y que, bajo la chapa de inseguridad ciudadana, esconde elementos inéditos que la mayoría de los peruanos soportamos estoicamente ante un gobierno que ha tenido el desparpajo de anunciar un “plan Boluarte” que luego ha sido desmentido por la propia señora Boluarte.

A la salida de Lurín, detuve brevemente mi vehículo en la zona de estacionamiento a la espalda del mercado para realizar una breve grabación de video. Tres minutos después, cuando quise arrancar, un sujeto con pinta patibularia se colocó al frente impidiendo el paso, mientras otro tocaba la ventana reclamando el pago por el uso del espacio. Cuando le pedí el comprobante respectivo, contestó airadamente que él manejaba la zona que yo había ocupado y, ante la amenaza de llamar a la policía (había uno cercano), se retiró.

Al llegar 30 minutos después al cruce de la Panamericana Sur con la antigua variante de esa vía, hice un viraje para tomar la ruta que tenía menos tránsito. Fuimos detenidos cien metros después de forma abusiva por un policía que alegó una infracción por entrar contra el tránsito en un punto que no tiene señalización alguna. Caminé los cien metros de ida y vuelta y, con fotos en la mano, le demostré que no había señalización y tampoco infracción.

Mientras tanto, ya habían detenido a otros 5 vehículos. Su socio, otro policía motorizado, inicialmente muy prepotente, me reconoció y pidió disculpas. ¡Ya sabemos lo que pretendían!

Veinte minutos después, en una luz roja en Villa El Salvador, cuatro muchachos limpiaron a la fuerza la luna delantera del vehículo y, por cierto, pidieron el estipendio correspondiente. Apoyé su forzado emprendimiento fundamentalmente por razones de seguridad.

Hace un mes, al tomar la oreja del zanjón que lleva el nombre de Lucho Bedoya, me cerró un vehículo del cual emergió un energúmeno, con acento caribeño, exigiendo el pago de 200 soles. Ante mi negativa, golpeó el espejo exterior de mi vehículo, rompiéndolo. El auto era robado, no han ubicado al agresor.

Esto es parte mínima de lo que nos ocurre a los ciudadanos de a pie por la impunidad de la que disfrutan los delincuentes gracias al desgobierno existente y al elevado rango de corrupción existente en la policía, la fiscalía y el Poder Judicial.

A este efecto, en Perú Acción hemos planteado nuestro plan “Mano de Hierro” para terminar con tal flagelo.

(*) Presidente de Perú Acción

Presidente del Consejo por la Paz

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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