
Nicolás Maduro se quiere aprovechar de un partido de fútbol realizado en un ambiente deportivo y respetuoso entre la Blanquirroja y la Vinotinto, para promover la xenofobia que le permita revertir su creciente impopularidad, al punto que ha lanzado una arenga antiperuana en un auditorio de cadetes y oficiales militares que son los únicos que lo pueden aplaudir a estas alturas.
Pero el verdadero motivo del exabrupto es que la semana pasada el pueblo venezolano rechazó masivamente a su gobierno en el Estadio Maturín de Caracas y quiere revertirlo a costa del Perú.
Lo concreto es que Venezuela viene soportando una dictadura criminal que mata con balas y mata con hambre. Eso explica por qué millones de venezolanos han huido de ese calvario en busca de nuevas oportunidades, creando la crisis migratoria más grande de América Latina. No hay visos de solución a menos que prospere la realización de elecciones libres.
Pero esa tarea es como pedirle peras al olmo. El régimen genocida no querrá perder su poder porque sabe que eso significa su enjuiciamiento y la prisión por muchos años, no solo por su abusivo autoritarismo sino por su profunda corrupción vinculada incluso al tráfico ilícito de drogas, así como la sistemática violación a los derechos humanos.
Por ello, ni siquiera la negociación con Estados Unidos para “garantizar” elecciones libres ha funcionado. El acuerdo entre Maduro y la oposición era realizarlas, así como liberar presos políticos. El levantamiento parcial de sanciones económicas beneficiaría a la industria petrolera, del gas y el oro venezolano, por el término de seis meses. Por ello se realizaron las elecciones internas de la oposición y ganó ampliamente María Corina Machado pese a todos los obstáculos que la dictadura le ponía. Cuando una encuesta verificó que el pueblo venezolano votaría por la candidata de la oposición derrotando 4 a 1 a cualquier candidato oficialista, Maduro y su banda no tuvieron mejor idea que declarar ilegales las internas y mantener la inhabilitación a la candidata.
Estados Unidos, al verse burlado, ha dado un ultimátum hasta el 30 de noviembre para levantar los impedimentos, caso contrario restaurarán las limitaciones y sanciones económicas. Pienso que Maduro y su gavilla van a preferir mantener sus esquemas mafiosos y seguir sacrificando a su pueblo para no perder sus prebendas.
Por ello, los demócratas de toda América debemos levantar nuestra voz exigiendo que se liberen a los presos políticos. Debemos reclamar que se habiliten a todos los candidatos y que se realicen elecciones de verdad con todas las garantías que organismos internacionales independientes puedan dar.
Cuando se libere del yugo comunista que la agobia, los millones de venezolanos volverán a su patria y lo harán reconociendo la hospitalidad que se les brindó en Perú y otros países a los que vinieron a trabajar honradamente, que son la mayoría. Harina de otro costal es la delincuencia que llegó porque Maduro les abrió las cárceles a condición de que salgan de su país.
*Expresidente del Consejo de Ministros
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