Opinión

El terrorista Gustavo Petro

Por: Omar Chehade Moya

Hace semanas el ex subversivo y actual presidente de Colombia ha iniciado una ofensiva grotesca contra el estado peruano. Tuvo que caer el golpista Pedro Castillo, para que el ex M19 desde su posición,, ahora de jefe de Estado, salga públicamente a tergiversar la verdad, diciendo que Castillo está secuestrado en el Perú sin derecho a la defensa, que la derecha ha usurpado funciones a través de Dina Boluarte, y convocando a los organismos de DD.HH. arguyendo perversamente que el Perú tiene una Policía que marcha como Nazis persiguiendo al pueblo, declarándole una guerra política al Perú.

Pero vale saber quién es Gustavo Petro. Este señor fue un asesino de inocentes y opositores, encargado mientras militaba en el movimiento terrorista M19 de ser el carcelero de las “cárceles del pueblo” donde a través de agujeros pestilentes tenían a sus secuestrados.

Petro se encargaba de defecar en esos hoyos para humillar a sus prisioneros. Luego, el camarada “Aureliano Buendía” (alias de Petro en el M19), fue detenido por la policía colombiana por tenencia ilegal de armas, por lo cual fue internado en la cárcel “La Modelo” de Bogotá en noviembre de 1985.

Ese mismo mes, y estando preso, se da la famosa y tristemente asonada contra el Palacio de Justicia de Colombia, donde 40 guerrilleros enviados por Petro, incursionaron con dos fines: la destitución y ajusticiamiento del presidente Belisario Betancur y la liberación de presos del M19, entre ellos “el angelito” de Petro”. El presidente Betancur se negó a ello y ordenó a las Fuerzas del orden a reponer la institución judicial. Se sabía que el asalto al Palacio había sido un acuerdo entre el M19 y Pablo Escobar.

En dicha incursión fallecieron los 40 guerrilleros enviados por Petro 11 magistrados supremos, entre ellos el presidente de la Corte Suprema Alfonso Reyes Echandía, varios civiles y decenas de policías y militares. En su libro autobiográfico, Petro después escribiría: “El M19 se equivocó al asumir que, al tomarse el Palacio, no iban a exponer la vida de los magistrados. Eso llevó a que el episodio terminara en una masacre y con la muerte de los integrantes del M19”.

Luego el psicópata de Petro escribiría: “Para 1987, existía otro M19, uno más golpeado y más endurecido. A mí también me había endurecido la tortura de la cárcel. Había dejado de ser un jovencito, me había convertido en un “revolucionario profesional”, vivía exclusivamente de lo que me podía dar el M19. Hablaba poco. Vivía el comienzo de mi clandestinidad”. Entre el prontuario de Gustavo Petro también se cuenta el secuestro y asesinato de Gloria Lara, quien era directora nacional de integración y desarrollo de la Comunidad del Ministerio de Gobierno. 5 meses después de su secuestro fue asesinada por las huestes del M19 de Petro con un tiro en la cabeza. Lamentablemente, el crimen quedó en la impunidad.

En junio de 2014, cuando Petro ya no era alcalde de Bogotá me lo presentaron en El Salvador, un día antes de la juramentación del nuevo presidente de ese país, Sánchez Cerén. El tipo estaba recostado sobre una pared como si se tratara de un mueble. Me dio muy mala impresión. Tenía los ojos salidos y mirada siniestra, me empezó hablar de las “bondades” del chavismo, de Maduro, de Fidel Castro, y en general del maldito foro de “Sao Paulo” y el socialismo del siglo XXI.

Le refuté elegantemente y luego no le di más chance a que me siga conversando, luego me despedí de él. Hoy el Perú tiene la necesidad de declarar persona no grata a este personaje marxista de mala leche, que está poniendo en peligro las excelentes relaciones que siempre hemos tenido con el pueblo colombiano y que está llevando a su país y a la región al desastre.

(*) Ex vicepresidente de la República

(*) Ex congresista de la República

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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