
“La política es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los pobres con el pretexto de proteger a los unos de los otros”. Es una frase de Guy Mollet, primer ministro en la Francia del siglo XXI. Lo que no dijo Mollet es que, al final, los que ejercen el poder sacan el dinero no solo de los ricos, sino también de los bolsillos de los pobres.
Esa parece ser la razón de que, para muchos, fundar un partido político es muy rentable. Estas personas considerarían muchas opciones de éxito, pues si no les alcanzara para sacarse el premio mayor, la presidencia de la república, podrían colocar una bancada vigorosa en el Congreso, alcaldes, gobernadores regionales, algunos ministros, entre otros altos funcionarios, que les garanticen participación en la repartija del poder. Y si no se da alguna de estas posibilidades, el partido político podría convertirse en “vientre de alquiler”, mecanismo que también reportaría réditos a su “inversión”.
A eso se debe que hay congresistas, los famosos “mochasueldos” —en realizad el adjetivo que les corresponde es “robasueldos”—, que se apropian ilegalmente de parte de las remuneraciones de sus empleados para “recuperar” la inversión que hicieron en sus campañas electorales. Esa actitud demuestra que, para estas personas, la política no es el ejercicio de la vocación de servir al pueblo, sino un negocio para sacar beneficio propio a costa de los demás.
Como decíamos, ya hay 27 partidos políticos inscritos en el JNE y otros 15 están en proceso de recibir la luz verde. Y si se logran los “emprendimientos” de varios congresistas que también mandarán a comprar su kit electoral para fundar sus partidos propios, estaríamos hablando de alrededor de 42 organizaciones políticas aptas para participar en elecciones en el Perú. Todo un récord.
Y de pronto por ahí uno de estos partidos, sin querer queriendo, logra dar el golpe en la polla, como lo hizo Perú Libre —no estamos diciendo que este partido nació necesariamente como un negocio ni que es nuevo, pues se fundó en el 2008—, partido que solo aspiraba a tener una bancada en el Congreso, pero logró la elección de Pedro Castillo como presidente.
Pero no olvidemos que todos los presidentes elegidos, desde el año 2000 hasta el 2021, están o han estado presos o con proceso judicial. Igual que muchos alcaldes, gobernadores regionales, ministros, etc. Por lo tanto, esas personas que creen que la creación de un partido político es un negocio, deben saber que el riesgo es alto, pues les puede costar hasta la libertad. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.