Opinión

El que gana, pierde… (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

La vida es un camino de competencias y, muchas veces, disputas. El objetivo es derrotar al rival y salir victorioso. Sin embargo, paradójicamente, hay situaciones en las cuales el que gana, pierde. Es el caso del juicio que le entabló César Acuña al periodista Christopher Acosta, autor del libro “Plata como cancha”. El líder político, fundador de un partido importante y exitoso empresario, logró que un juez encuentre culpable, aunque en un fallo controversial y muy cuestionado, al acusado, pero al final de cuentas, pese a haber ganado, el vencedor saldrá perdiendo más que el derrotado.

En primer lugar, el libro, al margen de su calidad, ha sido posicionado en una vitrina mediática que lo disparará en ventas. Y el hecho de que más personas se enteren de los incidentes, operaciones y el estilo de vida personal, político y de negocios que describe el periodista Christopher Acosta en 162 páginas, de ninguna manera le conviene a Acuña. Por cierto, el autor ha encontrado la fama no necesariamente por el contenido de su obra literaria, sino por el proceso judicial en su contra que esta motivó.

Según la sinopsis de “Plata como cancha”, “este no es un perfil oficial ni una biografía autorizada. Es más bien la exposición de un proceder, de una conducta. El periodista Christopher Acosta Alfaro escarba en la narrativa que el actual candidato (fue publicado a inicios del año pasado) a la presidencia del Perú, César Acuña, ha urdido durante años tanto política como comercialmente. Y demuestra que solo su fortuna ha sido capaz de crear un sistema que compensa atropellos y silencia agraviados”. Si en la jerga peruana a los elogios los denominan “franela”, esto parece lija con efecto corrosivo.

El escritor británico Graham Greene, autor de libros como “El poder y la gloria”, “El factor humano” e “Historia de la cobardía”, escribió una obra titulada “El que pierde, gana”, precisamente la antítesis de “el que gana, pierde”. Se trata de una novela con un cariz filosófico donde el escritor ingresa al mundo de la ética y la moral, con sus conflictos, tratando de buscar un modo de abrirse camino entre las dudas que suscita el ímpetu de mejorar y el deseo de otros de aplaudir al perdedor.

Eso es, justamente, lo que está pasando con el juicio contra el periodista Christopher Acosta. La prensa –casi en su totalidad–, políticos, periodistas, y el público en general, se muestran benevolentes con el perdedor y, por otro lado, critican, cuestionan y hasta condenan al vencedor, César Acuña. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

 

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