
Han quedado plasmados en la historia universal aquellos instantes de la soleada mañana del 22 de noviembre de 1963 en la ciudad de Dallas cuando varias balas cegaron la vida del presidente norteamericano John F. Kennedy; los que planificaron la muerte del gobernante nunca imaginaron que con ello le iban a dar la inmortalidad de la historia, porque no previeron que un camarógrafo aficionado como Abraham Zapruder lo iba a filmar todo.
Hace 60 años el diario El Comercio informaba en una edición especial los sucesos de Dallas y como el mundo parecía paralizado ante la desgracia norteamericana de haber perdido a uno de sus presidentes más queridos y que ya se preparaba para reelegirse. Estados Unidos durante la administración de Kennedy tuvo dos crisis muy marcadas, la fallida invasión de bahía de Cochinos (17/4/1961) donde miles de exiliados cubanos intentaron tomar una cabecera de playa en Cuba fracasando estrepitosamente; y la llamada crisis de los misiles (10/1962) descubriéndose que la entonces URSS había emplazado misiles en Cuba que tenían alcance a varias ciudades norteamericanas; esto se solucionó con el bloqueo y durante este tiempo se temía una guerra nuclear entre Estados Unidos y Rusia.
En el Perú Kennedy fue muy estimado por su política de apertura hacia América Latina lanzando la Agencia Internacional de Desarrollo y la Alianza Para el Progreso en 1961 para que a través de ellas se promueva la democracia y reformas sociales y consolidar la gobernabilidad. En su tiempo era la ayuda norteamericana más significativa para los países en vías de desarrollo.
Fallecido el presidente Kennedy lo sucedió Lyndon B. Johnson quien culminó el periodo presidencial y fue elegido para un nuevo mandato culminando su administración en 1969. Johnson, al conocer el fallecimiento de Víctor Andrés Belaunde en New York, dispuso el avión presidencial de su país para trasladar los restos mortales a Lima de quien había presidido la Asamblea General de las Naciones Unidas entre 1959 y 1960; el presidente Fernando Belaunde le agradeció el gesto personalmente cuando al año siguiente se encontraron en el balneario uruguayo de Punta del Este.
Johnson continuó el legado de Kennedy respecto de América Latina y mantuvo como parte de su política internacional la Alianza Para el Progreso siendo su momento estelar la reunión cumbre de jefes de Estados Americanos reunidos en Punta del Este entre el 12 y 14 de abril de 1967. En este trascendental encuentro de mandatarios de nuestro hemisferio, el discurso del presidente Belaunde fue fundamental y nunca como en aquella oportunidad la palabra INTEGRACIÖN se acuñó como parte de la confraternidad de nuestros pueblos.
En una parte de su memorable discurso Belaunde dijo: “He pedido a los Estados Unidos que —conscientes de su responsabilidad continental y mundial— aceleren sus trámites, se esfuercen ellos también y se vuelquen a trabajar con nosotros en un ritmo mayor al que hemos estado acostumbrados en los últimos años y convenzan a su pueblo de que un dólar que invierta en Latinoamérica no es un regalo que se entrega sino una póliza de seguro que se paga para la seguridad del continente”.
Hoy los Estados Unidos tienen poco interés en Sudamérica, no somos parte de su prioridad y no se ha continuado con el acercamiento propuesto por el presidente Kennedy. El pensamiento de Belaunde en 1967 apuntaba a la confraternidad de nuestras naciones y hoy las inversiones las hace China para fortalecer el comercio de su país y desarrollar algunos puntos de nuestro territorio por la ventajosa posición central que tenemos en el continente. A pesar de lo dicho creemos que nunca es tarde para retomar la senda de nuestros estadistas.
(*) Excongresista
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