Opinión

El “fraude” que costó US$148 mlls

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Rudolph Giuliani, el exitoso exalcalde de Nueva York, es un personaje cuya reputación estaba por las nubes. Sin embargo, su gran prestigio se fue por los suelos debido a una demanda que lo llevó a los tribunales y salió perdiendo. La justicia norteamericana lo halló culpable de difamación y lo obligó a pagar más de 148 millones de dólares a dos trabajadoras electorales por el daño que sufrieron al ser acusadas de facilitar un fraude electoral que no existió.

Tras las elecciones del 2021, en el Perú también se denunció fraude electoral vía falsificación de firmas, suplantación de electores y otras supuestas argucias. Después de un año, en junio del 2022, el Ministerio Público determinó que “no existió ninguna irregularidad o fraude electoral” y posteriormente inició la investigación contra los denunciantes, entre ellos la excandidata Keiko Fujimori y dos congresistas, uno de los cuales ahora jura que no dijo lo que dijo.

Giuliani no solo es famoso por ser quizá el exalcalde más exitoso de Nueva York (1994-2001), ciudad en la cual puso mano dura contra la delincuencia, la cual arrinconó contra las cuerdas con el famoso plan Bratton y la teoría de “las ventanas rotas”. Abogado de profesión, Giuliani fue elegido el “hombre del año” en el 2001 por la revista Time por encabezar la reconstrucción de Nueva York tras el atentado de las Torres Gemelas. Tal era su reputación, que ganaba 15 millones de dólares al año solo dando charlas sobre seguridad ciudadana.

Se desempeñó como fiscal general adjunto de los Estados Unidos de 1981 a 1983 y fiscal para el Distrito Sur de Nueva York de 1983 a 1989. Demócrata en sus inicios y luego independiente en la década de 1970, Giuliani se convirtió en republicano en los años 80. Tuvo especial protagonismo en las elecciones presidenciales del 2020 como asesor de Donald Trump, quien perdió ante Joe Biden, pero su intervención le ha costado la carrera, el prestigio, la fortuna y, posiblemente, la libertad.

A Ruby Freeman, una de las agraviadas, las autoridades judiciales norteamericanas le concedieron más de 16 millones de dólares por difamación y otros 20 millones por angustia emocional. Mientras que su hija Shaye Moss recibió cerca de 17 millones de dólares por difamación y otros 20 millones por angustia emocional. El jurado también otorgó 75 millones de dólares en daños punitivos a ambos demandantes. Este caso demuestra que denunciar es cosa seria y es peligroso acusar a alguien sin pruebas.

Vamos a ver cómo acaba la investigación del fraude denunciado en el Perú y que nunca fue demostrado con pruebas. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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