Opinión

El fantasma del favoritismo en el fútbol peruano

Por: Luciano Revoredo

El fútbol peruano está en crisis, eso no es novedad. Por su parte, la Comisión Nacional de Árbitros (CONAR) está en el centro de la polémica tras decisiones arbitrales que han desatado indignación entre hinchas y analistas. La reciente suspensión del árbitro Michael Espinoza Valle, tras anular un gol legítimo de Comerciantes Unidos favoreciendo el triunfo de Alianza Lima, es solo un síntoma de un problema estructural. Este incidente, sumado a la absurda idea de designar a Jordi Espinoza Valle, hermano del suspendido, para arbitrar el siguiente partido de Alianza contra Melgar y la decisión de éste de no sancionar un penal clarísimo a favor del cuadro arequipeño pintan un panorama desolador para el balompié nacional.

El 19 de junio, Michael Espinoza fue suspendido indefinidamente por CONAR tras anular un gol válido de Comerciantes Unidos frente a Alianza Lima en Trujillo. La jugada, revisada en el VAR, no presentaba infracciones, pero Espinoza interpretó una supuesta mano, contradiciendo las imágenes, tras la insistencia de un veterano jugador blanquiazul. Los audios del VAR expusieron el error, que le costó la pérdida de puntos al equipo local y revivió las posibilidades de alcanzar la punta de Alianza. La sanción a Espinoza, aunque justificada, no aborda el problema de fondo: la falta de transparencia y criterios uniformes en el arbitraje. La CONAR actúa reactivamente, sancionando tras el escándalo.

El reciente duelo entre Melgar y Alianza Lima, transmitido por Liga 1 MAX, añadió más leña al fuego. Se produjo un penal claro a favor de Melgar que fue ignorado, mientras que otro a favor de Alianza, revisado en el VAR, sí fue sancionado. Esta decisión, calificada como “escandalosa” en redes sociales, alimentó la percepción de que ciertos equipos, como Alianza Lima, reciben un trato preferencial. Más grave aún, cuando CONAR consideró designar al hermano de Espinoza para este partido, a pesar de la reciente sanción al árbitro. Este hecho refleja una preocupante falta de criterio en la elección de árbitros y una desconexión con la necesidad de recuperar la confianza de los aficionados. Designar a un familiar de un réferi cuestionado en un contexto de crisis, para arbitrar un partido del mismo equipo que para escándalo del fútbol nacional fue favorecido por el árbitro sancionado, es cuanto menos, una decisión que roza lo absurdo o da para pensar mal.

A esto se suma y no es algo anecdótico, la deplorable narración de Peter Arévalo durante el Melgar vs. Alianza Lima, la que también generó controversia. Arévalo narró minimizando el penal no cobrado a su Melgar y celebrando efusivamente el pitazo a favor de Alianza. No puede narrar un partido alguien hincha confeso de un equipo protagonista del partido y de actitudes, que pueden ser divertidas pero violentas en las redes sociales. Aunque la narración deportiva es subjetiva y cada quien internamente puede tener simpatía por un equipo, debe mantener un mínimo de neutralidad para no exacerbar las tensiones en un fútbol ya de hecho polarizado.

El fútbol peruano enfrenta una crisis de confianza. La CONAR, lejos de ser una solución, parece parte del problema, con decisiones opacas y falta de profesionalismo. El VAR, mal implementado, justifica errores en lugar de corregirlos. La percepción de favoritismo hacia equipos como Alianza Lima, alimentada por arbitrajes cuestionables y narraciones sesgadas, erosiona la competitividad de la Liga 1. La Federación Peruana de Fútbol y la CONAR deben profesionalizar el arbitraje, establecer criterios claros para el VAR, garantizar imparcialidad en las designaciones y sancionar cualquier intento de influir en los árbitros.

(*) Analista político.

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