
La clase política y el pueblo deben entender que ya hemos llegado a un punto de no retorno. Estamos frente a un gobierno al cual es deber moral y práctico vacar lo antes posible porque, como bien ha señalado el congresista y almirante Jorge Montoya, “el comunismo ya tomó el poder por las vías democráticas y hay que detenerlo”.
Podrá decirse teóricamente que hablar de comunismo es utópico y los voceros mismos del régimen también pueden negar su ideología; pero las discusiones teóricas no deben cegarnos.
Perú Libre es apenas una etiqueta. No significa nada como tal; pero lo que sí revela el programa absolutamente rojo de Castillo, Cerrón, Bellido, Bermejo y demás es su ideario. Allí se postula la destrucción de la República liberal y unitaria del Perú para dar paso a algo así como una República Plurinacional de Nueva Democracia regida por principios marxistas y con partido único. Para llegar a eso requieren la Asamblea Constituyente que plasme la “refundación”.
Con esa mira el gobierno ilegítimo de Castillo se ha dedicado a aplicar el manual del revolucionario y está promoviendo la destrucción de la economía y del aparato estatal.
Parece un contrasentido pero a los comunistas no les interesa ahora gobernar en el sentido de desarrollar a la nación, sino acentuar las contradicciones, demoler el sistema económico de libre mercado, oponer forzadamente a los ricos contra los pobres, a los “blancos” contra los “indios”, erosionar a las instituciones tutelares, desatender a la sociedad hasta el extremo, etc. Su objetivo es llegar a una suerte de caos para que de allí emerja el padre-estado supuestamente salvador del pueblo. Solo así se entienden los disparates del castillismo. Deliberadamente se ha nombrado un gabinete con varios ministros directamente vinculados al terrorismo, han utilizado al jurásico Héctor Béjar no como canciller, sino como ariete para atacar miserablemente a la Marina de Guerra y -entre muchas otras cosas- se ha intervenido a la Dircote, a la cual ven como enemiga.
Lo único acertado de este gobierno hasta este punto es el apaleo permanente contra los caviares, a quien también perciben como enemigos en tanto saben que son parásitos del estado.
¿Cómo liberarse del gobierno comunista? El jueves 26 el Gabinete debe presentarse ante el Congreso y entonces los partidos democráticos pondrán a prueba sus convicciones ya sea para censurar en bloque a los ministros (cosa que podría implicar el riesgo de una posterior disolución del Parlamento); u optar por la vacancia presidencial.
En mi perspectiva debe apuntarse a la demolición definitiva del comunismo desde sus lados más vulnerables: la falta de legitimidad, la amenaza del intervencionismo extranjero (por ejemplo a través del G2 cubano) y el grave riesgo para la subsistencia de la República bicentenaria.
La fuerza opositora ya está trazada en la gran alianza indirecta entre el pueblo movilizado en las calles y los congresistas democráticos. Cautelemos que a última hora no haya Judas ni cobardes porque la vida en libertad de los peruanos es lo que verdaderamente está en juego.
(*) Analista político
(*) La empresa no se responsabiliza por los articulos firmados.