Opinión

El caso Venezuela (II)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Hace algunos meses, el presidente Pedro Castillo criticaba al sistema privado de salud, pero cuando se enfermó fue a atenderse a una clínica privada y no a un hospital público. También cuestionaba al sistema privado de salud, pero ahora su hijo estudiará en una universidad particular y no en una estatal. Por su parte, Nicolás Maduro despotricaba de la privatización, pero ahora la apertura del mercado parece estar dándole resultados.

En estos tiempos, ningún país puede ser absolutamente capitalista ni totalmente socialista. Ahí están como ejemplos los de Nayib Bukele en El Salvador, el milagro económico de Portugal y las naciones de Europa donde no todo está privatizado ni todo es estatal.

Sin embargo, lo de Venezuela hay que tomarlo con pinzas. El líder de la oposición Juan Guaidó afirma que es falso que la actividad económica haya crecido y que “lo único que crece es la desigualdad. Las sanciones obligaron a la dictadura a permitir zonas de distensión económica o burbujas, donde mafias y tribus sacan ventaja y donde la mayoría del país no tiene acceso”.

Sin embargo, en el Perú, que es el segundo país con más migrantes de ese país después de Colombia, entre los venezolanos migrantes corre la voz de que la economía de su país está mejorando y muchos ya están preparando maletas para el retorno.

Maduro intentaría atraer capital privado e inversionistas extranjeros y nacionales con la privatización de empresas y la dolarización de la economía para completar el eslogan de que “Venezuela se arregló”, después de la profunda crisis de la hiperinflación de 35,000% y caída del 80% del PIB durante su gestión. A ello apuntaría el proceso de privatización de la moribunda Petróleos Venezuela (PDVSA), luego de un periodo de malos manejos que ahondaron la crisis.

Sea como fuere, es positivo el hecho de que Maduro haya caído en cuenta que no se puede prescindir del libre mercado si piensa destrabar la economía en un país que se hundía en una crisis espantosa debido a fórmulas ortodoxas. Si le va bien a Venezuela, debemos alegrarnos por el bienestar de millones de personas del país sudamericano. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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